EFE-SAO PAULO
Las autoridades retomaron ayer el control de las 29 cárceles del
estado brasileño de Sao Paulo donde unos 16.000 presos se
amotinaron el domingo y retuvieron a unas 7.000 personas, en la
mayor revuelta de ese tipo registrada en el país. las últimas
prisiones recuperadas fueron la de Carandirú, la mayor del país, y
desde donde comenzaron y fueron coordinadas las rebeliones, y la
penitenciaría de la ciudad de Pirajuí, a la que las tropas
ingresaron unas 24 horas después del inicio del motín.
Según los datos de que dispone la Policía Militar, doce presos murieron en los motines, uno de ellos decapitado, y cuatro policías fueron heridos de bala. Tras la toma de las cárceles, los policías comenzaron a regisrar a cada uno de los presos, quienes fueron obligados a desnudarse y tenderse en el suelo boca abajo con las manos sobre la nuca. Antes del ingreso de la policía en las cárceles, los presos dejaron salir en grupos de veinte a miles de rehenes que retenían, en su mayoría familiares que estaban en la visita dominical.
La secretaría de Seguridad Pública indicó que intentará establecer cómo ingresaron en las cárceles las armas y los teléfonos móviles con los cuales los presos coordinaron la revuelta. Las autoridades sospechan de que ha existido complicidad de algunos funcionarios corruptos. Se asegura que no ha habido concesiones.