Matar por compasión. Sebastián Arbona Mayol, un jubilado de 84 años, ex militar y hotelero, acabó ayer con la vida de su mujer, de 78, y luego se suicidó después de conocer que sufría un cáncer avanzado, lo que le iba a impedir cuidar de Antonia Gelabert Llompart, que desde hace años padecía Alzheimer y no podía valerse por sí sola.
El matrimonio mallorquín, que no tenía hijos, vivía solo en el segundo piso de la calle Ovidio de Can Pastilla, a la altura del número 9 y muy cerca de Cala Estancia. A las nueve y media de la mañana la centralita del 092 recibió una llamada telefónica de Sebastián, contando que acababa de matar a su mujer y anunciando que iba a quitarse la vida. Varias dotaciones, bomberos y ambulancias acudieron hasta esa dirección y cuando llegaron escucharon una detonación. La puerta era blindada y no pudieron derribarla, pero la mujer de la limpieza pudo abrirla con su llave. En el interior, en la cocina, la mujer y el hombre yacían uno junto al otro en el suelo, en medio de un gran charco de sangre.
Los equipos sanitarios intentaron con esfuerzos desesperados reanimar a los dos ancianos y al final sólo consiguieron estabilizar las constantes de Sebastián. El hombre le disparó cuándo ella desayunaba en la cocina, sentada en una silla. Luego se apuntó en la cabeza y apretó el gatillo; el pulso, con todo, le tembló y la bala salió ligeramente desviada, lo que evitó que muriera al instante.
El militar retirado fue trasladado en ambulancia hasta Son Dureta, en estado crítico, y tres horas después falleció. El Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía se hizo cargo de las investigaciones y la policía científica examinó el piso, en busca de pruebas. Sin embargo, el caso en apariencia está muy claro y todo parece indicar que el hotelero hizo uso de su arma tras conocer su enfermedad.