«Ahora está tan verde que pueden salir setas». Así concluyó su alegato final un vecino de Eivissa, de 54 años, aquejado de demencia que tuvo que sentarse ayer en el banquillo ante la Audiencia Provincia por un incendio de rastrojos que confesó haber ocasionado el año pasado junto a es Viver y por el que el fiscal ha pedido que sea internado por un tiempo máximo de cinco años. El ministerio público solicitó esta media cautelar ante el tribunal, ayer de nuevo en Eivissa, no sólo al considerar que existió riesgo para las personas al producirse el incendio a pocos metros del centro de salud y de un bloque de casas sino apoyándose también en informes médicos psiquiátricos de Can Misses y de los forenses de los juzgados que recomendaban el internamiento de dicha persona para someterle a un tratamiento mayor del que estaba recibiendo.
El acusado fue visto encendiendo fuegos con un mechero junto al centro de salud en repetidas ocasiones días antes del día 23 de mayo de 2000, fecha en la que los bomberos tuvieron que intervenir por un fuego que al final arrasó unos 2.000 metros cuadrados, según un informe técnico. «Prendí fuego, pero yo estaba allí para controlarlo. Incluso me quemé los pantalones», resaltó el imputado que, a preguntas de la defensa, manifestó no haber vuelto a provocar ningún incendio más. Sea como fuera, empleados de es Viver testificaron que el humo llegó a entrar a la una de la tarde en el centro, separado de la zona del incendio por una calle.
Los forenses, por su parte, argumentaron en la vista de ayer que dicha persona no tiene control de sí mismo y que tiene ausencia de consciencia porque «aunque sabe lo que hace no conoce la repercusión de sus actos». Éste, en sus declaraciones, ha mantenido desde el primer día que lo hizo para que sirviera como «abono» y que no se arrepentía.