La Audiencia de Palma ha dictado orden de búsqueda y captura para dos alemanes, acusados de organizar un grupo que se dedicaba a vender en Mallorca barcos robados, que están huidos. El «negocio», sin embargo, comenzó en Eivissa y se trata de la operación más importante contra la venta ilegal de yates robados que se ha realizado en Balears en los últimos años. El tribunal comenzó ayer el juicio contra tres de los cinco acusados, para los que el fiscal pide penas que suman 45 años de prisión. Los acusados que han huido son los alemanes Wolfgang K. y Frank P. Se cree que el primero conoció en Eivissa a Ulf S., un especialista en la reparación de barcos. Se sospecha que tras este encuentro se sustentaron las primeras bases para lo que vendría luego.
Los tres que acudieron al juicio son Rudolf H., Marin D. y Juan Carlos C.P. Varios de estas personas ya han sido condenadas en Alemania por estos hechos. De una forma u otra, a los miembros de este grupo se les responsabiliza del robo, manipulación y posterior venta de 17 embarcaciones de lujo, a las que también falsificaban la documentación. La acusación sitúa a Wolfgang K. al frente de la organización. Este individuo fundó en Mallorca una empresa dedicada al mantenimiento y venta de yates denominada «Pohlmar», que tenía su sede en el Club Náutico de Santa Ponça. Estas embarcaciones, según averiguó la Guardia Civil, fueron robadas en varios puertos deportivos del norte de Alemania, en la Costa Brava y en Balears.
Varias de estas embarcaciones se vendieron en Eivissa, al igual que ocurrió con otras que fueron «comercializadas» en Mallorca. El primer barco fue sustraído en septiembre de 1990 en un puerto alemán y precisamente el primer «cliente» cerró el trato de adquisición en Eivissa. Se trataba de una lancha que se hallaba amarrada en un puerto alemán. La red le cambió el nombre a la embarcación y luego sus miembros se la ingeniaron para trasladarla a las Pitiüses. Las lancha cambió de dueño por casi cuatro millones de pesetas.