La prensa británica está siguiendo estos días el caso de una pareja que está acusada en su país del crimen de un hombre de 25 años que terminó siendo el amante de la mujer que supuestamente conspiró con su compañero y con su hijo para poner fin a su vida. La rocambolesca historia, con encuentros a través de Internet, también guarda relación con Eivissa porque desde la isla se planificó una estrategia con cartas para tener una coartada y echar una cortina de humo al asesinato.
Un tribunal del área londinense de Warwick Crown es el que tiene la papeleta de determinar si, como dice el fiscal, al menos el hijo de la pareja, de 18 años, viajó a Eivissa con la finalidad de enviar desde la isla una serie de cartas con las que supuestamente se demostraba que George Tweedie, de 25 años y persona cuyo cadáver apareció carbonizado en el interior del maletero de un coche quemado, estaba aún vivo.
Las sospechosas cartas fueron remitidas a la familia del entonces difunto durante la pasada temporada turística no sólo desde Eivissa sino también desde Amsterdam. Estas tuvieron como destino la familia de la víctima y en ellas se comentaban distintos aspectos que hacían referencia, al parecer, a la relación del fallecido con el entorno de Karen Redshaw, de 37 años y de su hijo Christopher.
Para hacerlo todo más complicado, Karen Redshaw ha acabado durante el proceso culpando a su propio hijo de la fatal muerte de George Tweedie, ocurrida en un piso de la zona londinense el pasado mes de mayo después de que fuera golpeado brutalmente en la cabeza.
El fiscal valora que tras el crimen los Redshaw elaboraron un plan para hacer ver que la víctima seguía viva y que todo ellos se iba a llevar a cabo desde Eivissa. Según un posible relato de los hechos que baraja el tribunal, de acuerdo con la declaración de un testigo, son que Karen escuchó a su hijo y a un amigo de éste cuando hablaban de Eivissa. Tras ello, le ofreció dinero para poder irse con la condición de que luego se lo devolviera. Tras sellar el acuerdo, le dio varias cartas para que durante su estancia se las remitiera a la familia de George Tweedie.