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El 'negocio' de las cabinas

La mayor parte de los robos en teléfonos públicos quedan sin resolver por la dificultad de juzgar a los ladrones

Una persona manipula el cajetín de devolución de la cabina de Vara de Rey ubicada frente al hotel Montesol.

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La mayor parte de los robos que se cometen en cabina públicas de teléfonos quedan impunes. Sólo cuando se cometen graves destrozos y se sorprende a los sospechosos 'in fraganti' es posible llevarles a juicios. La empresa Telecomunicaciones Pública (TTP), firma que se encarga del mantenimiento de las cabinas, recibe continuamente información sobre asaltos que se han producido. Los más sutiles son los que se derivan de pequeñas manipulaciones que se hacen en el cajetín y en el que el verdadero perjudicado es el usuario, que no ha podido realizar la llamada y que, además, ha perdido su dinero.

«Las bandas rumanas especializadas en este tipo de delitos que frecuentan la isla son las que provocan mayores daños porque causan graves destrozos, además de apoderarse de toda la recaudación obtenida utilizando taladro.

El problema para perseguirlos es que la policía les tiene que sorprenderse cuando actúan y entonces sólo se les juzga por un robo o por una tentativa, pero no por los que hayan cometido anteriormente», explicaron fuentes de TTP. La policía ha desarticulado en los últimos meses sólo en el municipio de Eivissa al menos a tres grupos de estas características que han sido detectados después de que TTP denunciara una sucesión de daños en las cabinas. «Todos los meses hay algún problema de este tipo en Eivissa», añadieron las mismas fuentes. El 'negocio' a pequeña escala, y en el que definitivamente queda perjudicado el usuario, sin embargo, reporta beneficio a pequeños delincuentes que manipulan el cajetín para impedir las devoluciones que se hacen efectivas cuando se hace una llamada y nadie coge el teléfono al otro lado de la línea. El delincuente que ha puesto las trampas suele supervisar varias veces al día el estado en que se encuentran las cabinas que han sido objeto de su 'trabajo'. Si la policía le sorprende, siempre puede decir que se le han quedo a él las monedas atascadas. A esto se suma que el delincuente sabe que la condena por estos hechos es pequeña y que la multa a pagar también lo es.Todo ello deriva en un problema de imagen para la empresa de telefonía. «El usuario se siente engañado. Ve que no le devuelven el dinero y la emprende a golpes con la cabina. Al final, suele causar daños importantes en el mobiliario y, encima, no obtiene la cantidad que ha introducido.

Pocos usuarios saben que su dinero puede ser recuperado por procedimientos más cívicos. Basta con seguir las instrucciones de los carteles de la cabina para reclamar por lo sucedido. «Un técnico comprueba las deficiencias y si es cierto se le hace llegar la cantidad depositada. Si se hicieran denuncias más a menudo se podría combatir mejor este tipo de fraude», resaltaron fuentes de TTP.

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