Dos de los sospechosos fueron detenidos 24 horas antes de que levantaran la tienda de campaña del camping de Cala Bassa donde dijeron pasar sus vacaciones y donde la investigación de la Guardia Civil terminó al seguir la pista de un grupo de jóvenes que podría estar distribuyendo droga en las playas de esta parte de la isla sin descartar a «clientes» que conocían en zonas de ocio del casco urbano de Eivissa. Precisamente el tercer detenido en la operación fue apresado tras registros domiciliarios en la taquilla de un concesionario de vehículos de la isla y en una casa. Los agentes se incautaron de un total de 270 pastillas de éxtasis y de cerca de un kilo de hachís. Todos ellos fueron juzgados ayer por la Audiencia Provincial. El fiscal pide que dos de ellos sean condenados a cuatro años y diez meses de cárcel y el otro a cuatro años y medio.
El arresto de los tres imputados tuvo lugar el 31 de julio de 2001 después de pesquisas emprendidas por el Grupo de Investigación Fiscal Antidrogas (Gifa) de la Guardia Civil de Eivissa.
La declaración de uno de los sospechosos, residente en Eivissa y trabajador de un concesionario de coches, llevó directamente hasta los otros dos, vecinos de Barcelona, sobre los que ya estaba tras la pista. Éste, sin embargo, cambió ayer radicalmente su testimonio y aseguró al tribunal que nunca había tenido negocios de drogas con los otros dos encausados ni con nadie y que tampoco las había comprado a terceros.
Los guardias que participaron en el operativo soprendieron a los otros dos en el camping cuando dormían, al parecer dentro de un coche de alquiler, tras una noche de fiesta. Los agentes aprehendieron en dicho lugar un monedero con 66 éxtasis. «Las íbamos a tirar porque eran de mala calidad. las compramos sólo para nosotros, pero nos daban dolor de cabeza», dijo uno de los acusados.
Por otra parte, el fiscal ha pedido otros 4 años de cárcel para otro joven catalán, ocupa en una casa de la carretera de Sant Antoni, sorprendido con 22 éxtasis en los alrededores del Bora-Bora y que dijo dedicarse al venta de collares de artesanía. A su vez, un senegalés se enfrenta a una condena de cinco años tras ser apresado en Sant Antoni con cocaína, éxtasis y hachís.