El aventurero italiano Alex Bellini reconocía ayer, con más calma pero también con cierta sensación de impotencia que en el momento crucial todo fue tan rápido que no tuvo tiempo de tener miedo. «Pero sí una sensación de impotencia al ver que nada podía hacer para evitar que el barco se fuera a las rocas», dijo un día después de que su travesía de 7.378 kilómetros con un bote de remos entre Génova y la Guayana Francesa estuviera a punto de acabar trágicamente.
Bellini, el aventurero italiano que naufragó a mediodía del viernes en las costas de Formentera, se afanaba ayer por la mañana en la playa de Llevant en un vano intento de recuperar algunos objetos y posesiones que quedaron esparcidas por la playa o acabaron en el agua.
Por desgracia, Bellini comprobó que entre el temporal que ayer seguía soplando con mucha fuerza y los curiosos que acudieron por la tarde del viernes o la mañana del sábado al lugar del naufragio, pocas cosas pudo encontrar.
Alex lamentaba muy especialmente la pérdida de sofisticado material de navegación como dos GPS, un teléfono celular que, según sus palabras, le costó varios meses de sueldo, instrumentos para la navegación vía satélite que él mismo había podido recuperar inicialmente y llevar hasta la playa después de que su embarcación, bautizada como «Rosa de Aquatama», se partiera en múltiples pedazos.