La guerra mafiosa que sacude Nápoles sigue adelante sin tregua, con cuatro muertos en las últimas 24 horas y la huida de la urbe de «capos» amenazados, ciudadanos asustados y turistas italianos y extranjeros. La alcaldesa, Rossa Russo-Jervolino, trata de restar dramatismo a la situación, pero al final no puede sino reconocer que la capital del Sur de Italia vive otro de los momentos trágicos de su azarosa historia y que su imagen está irremediablemente manchada de sangre.
Unos 125 muertos en lo que va de año, según las cifras oficiales, son muchos muertos para una ciudad de 1.200.000 habitantes, de la que han comenzado a escapar insignes y menos insignes moradores.
En las últimas semanas se ha constatado una fuga sistemática de miembros de la Camorra que temen por su vida, pero también de algunos profesionales que buscan otros aires para el desempeño de su oficio y su familia. No hay datos oficiales, pero es más que palpable que el turismo se ha reducido.