La Audiencia Provincial ha condenado a Antonio Fernández Fernández a la pena de quince años y medio de prisión por el atraco cometido en una tienda de ropa infantil de Eivissa en el que resultó malherida la dependienta, una mujer de edad avanzada. Los magistrados le han condenado a cuatro años y medio de prisión por el robo con violencia y a once años más por el delito de asesinato en grado de tentativa. El atraco fue cometido el 29 de diciembre de 2004. El ahora condenado fue detenido como sospechoso y fue enviado a prisión con carácter provisional y permaneció durante siete meses en el centro penitenciario de Eivissa. Después obtuvo la libertad provisional pagando una fianza de 20.000 euros. El fiscal pedía en total para el acusado una pena de prisión de 19 años. En el juicio ante los magistrados de la Audiencia, celebrado el pasado 15 de junio, Fernández Fernández aseguró que se equivocaban de persona, que mientras se produjo el violento atraco él se encontraba en un bar de Santa Eulària.
Además de los quince años y medio de prisión, la Audiencia le ha condenado a pagar a la víctima en concepto de responsabilidad civil por las lesiones la cantidad de 80.595 euros. Además, se le prohíbe acercarse a menos de cien metros a la víctima o a su domicilio durante un periodo de 20 años. El condenado fue capturado en enero de 2005, apenas 20 días después de cometer el atraco, mientras la mujer se recuperaba en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario de las heridas sufridas. La mujer fue golpeada con una barra de hierro que se utilizaba en la tienda para colgar las prendas. Durante el juicio, Fernández Fernández insistió en el supuesto error de su detención. «La verdad es que me he pasado siete meses en la cárcel y que no recuerdo nada. Lo que sí es seguro es que yo no sé dónde está la tienda, nunca he estado en ella y tampoco tengo interés en saberlo», dijo el acusado.
La mujer reconoció al condenado en un álbum de sospechosos que le mostró la policía, circunstancia que motivó la detención. La víctima también dijo que, mucho tiempo antes del atraco, el condenado había pasado por allí preguntando por un chándal.