EFE / AMSTETTEN
Lo que ya se daba por hecho, quedó ayer confirmado por los análisis de ADN: el técnico electricista jubilado Josef Fritzl es el padre de los seis hijos nacidos en el calabozo de Amstetten tras la violación sistemática de su hija Elisabeth durante casi un cuarto de siglo. Así las cosas, la policía austriaca puede dar por concluida la investigación de los puntos principales de este caso, que entrará en la historia como uno de los crímenes más macabros de la historia de este país, uno de los más ricos y desarrollados del mundo.
«Los seis hijos de Elisabeth Fritzl nacidos en cautiverio (un séptimo murió nada más nacer) tienen como padre a su propio padre, Josef Fritzl», dijo en una multitudinaria rueda de prensa Franz Polzer, responsable de la investigación policial. El funcionario agregó que las pruebas han determinado, además que una reciente carta, supuestamente enviada por la hija, en la que anunciaba su pronto retorno al hogar, junto a dos de sus hijos, de cinco y 18 años, fue obra del propio Josef Fritzl.
«De esta forma se dispone de la prueba física» de los delitos cometidos por Fritzl en los últimos 24 años, dijo Polzer. Las autoridades pueden suponer que todas las cartas enviadas en el pasado, cuando se depositaron bebés de Elisabeth ante la puerta de su casa, también fueron dictadas por Fritzl a su hija bajo amenazas físicas, agregó el funcionario.
En los años 1993, 1994 y 1997 aparecieron ante la casa de la familia tres niños, que según las versiones de Josef Fritzl habían sido abandonados por su hija para ser educados por sus padres, ya que ella se había adherido a una secta en lugar desconocido cuando en realidad estaba malviviendo en un zulo debajo de la casa.
El portavoz de la fiscalía de Baja Austria, Gerhard Sedlacek, dijo que el acusado fue puesto ayer a disposición de una juez pero decidió no declarar, según lo recomendado por su abogado defensor. La letrada decretó la prisión preventiva, que según la legislación austriaca, será de un período inicial 14 días.