J.J.M.
«Me llamaron satánico de mierda y fue al mirarme, por mi traje o por lo que llevaba en la cabeza. Yo estudio una ciencia oculta y cada día voy una cueva de ses Figueretes. Ahora tengo el alma herida. Pero no hice nada». Estas fueron las declaraciones que realizó ayer Abdelfattah A., el hombre que fue detenido por supuestamente amenazara con quemar si no se iban de la puerta del juzgado a los dos afectados por el derrumbe del edificio de Viajes Barcelona que días atrás protagonizaron una huelga de hambre.
El abogado de Juan Manuel Miranda y Juan José Peciña, los dos afectados y víctimas de este suceso, pidió ayer en el juicio contra dicha persona penas por amenazas graves que en su conjunto suman los seis años de prisión, así como indemnizaciones para ambos y para las personas que les acompañaban cuando ocurrió todo, que suman los 10.000 euros. El fiscal, por su parte, requirió una condena de un año de cárcel. Santiago Lucas, letrado de Miranda y Peciña, indicó en su informe que el forense había demostrado, pese al anómalo comportamiento del sospechoso, que éste tenía sus facultades psíquicas normales.
Abdelfattah. A., un hombre que cuenta con una condena en suspenso por un delito de atentado por el que fue juzgado el año pasado, negó que dijera ser un «guerrero de Dios que los tenía vigilados a través de un satélite» y que no si no deponían su postura les iba a prender fuego. Todo ello después de que éste supuestamente abordara a los huelguistas y les pidiera un cigarro.
«Eso no es así. Lo único que dije es que Eivissa tiene un satélite privado y que estaban ensuciando la imagen de la isla», aclaró el sospechoso, natural de la ciudad marroquí de Casablanca, operario de un toro mecánico, según sus propias palabras, y con familia arraigada en la isla.
Los policías que intervinieron en las dos ocasiones en la que los huelguistas y sus compañeros se vieron supuestamente sometidos a amenazas coincidieron en señalar que el sospechoso se arrodilló en varias ocasiones al suelo invocando a Dios. «Está claro que era una actitud rara y se comportaba agresivamente contra él mismo», relató uno de los agentes que presenció el comportamiento que se atribuye al acusado.
Juan José Peciña, al igual que hizo su compañero, ratificaron que pasaron «miedo» cuando fueron víctimas de las amenazas. «Nos dijo que éramos unos delincuentes y que no podíamos estar ahí; que en tres horas volvía y que nos pegaba fuego», indicó.
La detención del sospechoso tuvo lugar después de que se produjera un primer encuentro y uno de los afectados se trasladara luego a Comisaría para interponer una denuncia. El acusado, supuestamente, repitió de nuevo sus amenazas, momento en el que fue localizado instantes después por una patrulla de policía cuando éste circulaba en bicicleta por las inmediaciones de los juzgados.