Cuatro años de prisión. Ésta es la pena que se juega un vecino de Madrid que fue sorprendido por la Guardia Civil en el puerto de Eivissa hace cuatro años cuando desembarcaba del buque 'Manuel Azaña' con más de 200 gramos de hachís y 30 gramos de éxtasis. Sería un caso más de drogas de los que estos días está viendo la Audiencia Provincial si no fuera porque el acusado, lejos de reconocer los hechos y lograr una rebaja de la condena, argumentó que tenía que consumir hachís como medida terapéutica para mitigar las fuertes cefaleas que dijo sufrir. Respecto al éxtasis que se le intervino, sí confesó que tomaba dicha sustancia para salir de «fiesta», pero sólo durante los fines de semana y únicamente para su consumo.
El sospechoso, que guardaba todos los estupefacientes en la parte delantera de un Rover 420 que interceptó la Guardia Civil después de que dicho vehículo fuera embarcado en Denia, también se enfrenta a pagar una multa de 2.000 euros.
El tribunal, sin embargo, sí pudo resolver con una sentencia de conformidad y dos años de prisión la causa contra un empresario de ses Figueretes con graves problemas de drogadicción que fue detenido en agosto de 2004 en el transcurso de una actuación policial en la que también se arrestó a dos italianos con 200 gramos de cocaína. Ambos extranjeros se hallan en paradero desconocido y han sido puestos en busca y captura. En el local del sospechosos, ubicado ente las calles País Vasco y Asturias, y en su domicilio se intervinieron 12 gramos de hachís, 24 de cocaína y 28 comprimidos de éxtasis. A la hora de fijarse la pena se tuvo en cuenta el tiempo transcurrido sin que hubiera habido juicio y la drogadicción del acusado, única persona que ha podido ser juzgada por este caso.
Por último, la Audiencia dejó visto para sentencia el juicio contra un senegalés detenido en Sant Antoni para quien el fiscal pide cuatro años y ocho meses de cárcel después de que presuntamente se le requisaran seis pastillas de éxtasis, casi un gramo de cocaína y dos de cristal. Agentes de Sant Antoni lo sorprendieron cuando supuestamente entregaba a un turista, persona esta última que para la defensa era el auténtico vendedor.