orprendido por quien menos lo esperaba. Otros dos usuarios del gimnasio que compartían en Santa Eulària lo apresaron al verle con un destornillador manipulando una taquilla. No pudo haber excusas. Los otros dos socios de estas instalaciones eran guardias civiles que ese día también habían ido a hacer deporte.
Àngel Francisco M.V., de 24 años, intentó en un principio negar la evidencia. Incluso, hizo otro tanto en el juzgado cuando se le preguntó por su posible relación con otros cuatro robos ocurridos en este gimnasio.
Rebaja
Al final, terminó aceptando una pena de dos años de prisión por un delito de robo continuado, que se redujo a la de 16 meses tras aplicarse la rebaja de un tercio de la pena que permite la normativa de juicios rápidos si se confiesa en el acto. Àngel Francisco M.V. no irá a prisión, pese a todo, al carecer de antecedentes penales anteriores.
Los robos que se le imputaron tampoco le reportaron excesivos beneficios: apenas un botín de 270 euros, fruto de cuatro 'golpes' dados también en taquillas del gimnasio que aparecieron forzadas. El ladrón se apoderó sucesivamente de 60, 90, 80 y 40 euros que había respectivamente en las carteras de sus víctimas.
Àngel Francisco M.V. afirmó de primeras que él no tenía absolutamente nada que ver con los robos ya que su «estilo» era mirar en las mochilas de sus compañeros sin necesidad de valerse de la ayuda de ningún tipo de herramienta. Todas las sospechas, pese a sus esfuerzos por probar su inocencia, convergieron en él. No sólo fue sorprendido 'in fraganti' por la Guardia Civil sino que, además, comprobaciones posteriores en su tarjeta de socio sirvieron para resolver que dicha persona estuvo en el gimnasio los días y horas en los que se habían producido los otros cuatro casos.