En el banquillo por supuestamente cambiar una cerradura del portal de entrada a un edificio de Sant Ferran a causa de desavenencias con otra propietaria del inmueble en el que residía y que, según sus palabras, le hacía «brujerías».
Dicha persona tuvo ayer que hacer frente a acusaciones de coacciones y amenazas presentadas por el abogado de la perjudicada que le pueden llevar a ser condenado a dos años y tres meses de cárcel y a pagar una indemnización de 3.000 euros. El fiscal, por su parte, pide una multa de 2.790 euros para el acusado.
Un agente de la Guardia Civil que intervino en la disputa señaló que, tras convencer al acusado para que entregara una llave, éste le dijo que estaba «harto de encontrar las cosas cambiadas de sitio».
Según la principal afectada, el sospechoso no sólo la insultaba cada vez que se la encontraba sino también la amenazó con las siguientes palabras: «Te voy a dar un garrotazo que te va a abrir la cabeza. Ten cuidado con subir sola [por las escaleras] porque puedes tener un problema grave».
Contencioso
El caso, visto ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, se remonta al contencioso que mantienen desde hace años los propietarios de un bajo y dos estudios de la calle Guillem de Montgrí con uno de los vecinos.
Todo ello después de una sentencia civil condenatoria contra los ahora denunciantes que en 2006 creyeron resolver sus problemas tras firmar un acuerdo privado en el que se reconocía la existencia de los dos estudios motivo de litigio. «Lo tuvimos que hacer para que nos dejaran en paz. Estuvimos cuatro años sin luz y queríamos salir de esa pesadilla. Por eso firmamos. No para de hacernos trastadas», explicó en el juicio la mujer del acusado, persona que reconoció que se había cambiado la cerradura del portal para impedir a la denunciante que subiera hasta sus propiedades.
La afectada quiso acabar con esta situación el 23 de julio del año pasado tras encontrarse con la puerta cerrada, sin llaves, y según ella, acosada por continuos insultos y amenazas durante los días anteriores. «Me llamaba bruja, zorra y cosas similares. Tengo miedo», afirmó la denunciante.