Dos años de prisión y cuatro más sin poder conducir. Además, una indemnización para los padres de la fallecida próxima a los 60.000 euros. Éstas son las penas a las que ha sido condenado un hombre que el 1 de agosto de 2005 mató a una joven valenciana de 22 años por su imprudencia al saltarse una señal de stop en el municipio de Sant Joan. La víctima había llegado pocas horas antes a la Isla acompañada de su novio en un viaje que había iniciado junto con su hermana y el marido de ésta, recién casados.
El accidente tuvo lugar sobre las tres de la madrugada en el kilómetro 20,900 de la carretera que une Eivissa con Portinatx, en un tramo ocupado por el cruce que engarza Sant Joan con sa Cala.
Nueva York
La fallecida, Beatriz Yuste del Moral, iba en una moto con su novio. A pocos metros detrás de ellos circulaban en otra motocicleta su hermana y su marido. La pareja había decidido empezar su luna de miel en Eivissa aplazando para después el tradicional viaje de bodas que tenían previsto a Nueva York.
Dicho viaje nunca tuvo lugar y el matrimonio sufrió una grave crisis en su inicio, según relató en el juicio el cuñado de la fallecida. Beatriz Yuste pereció tras perforarse ambos pulmones después de que la moto en la que iba chocara contra el coche del acusado, que iba con su mujer., Según la sentencia del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, el acusado no paró el Mercedes Benz que conducía en la isleta que hay en este cruce e irrumpió en el carril principal sin que el novio de la fallecida pudiera impedir la colisión pese a que intentó una maniobra de evasión.
Ambas parejas regresaban de la fiesta de los tambores en Sant Joan cuando se produjo el accidente dejando en la carretera un cadáver y un herido grave. El novio de la fallecida sufrió numerosas fracturas y necesito casi dos años para curar de una larga lista de lesiones que lo dejaron 433 días impedido.
El acusado y su mujer afirmaron que hicieron el stop y que, de pronto, se les vino una luz encima. Al respecto, la juez Clara Ramírez dice: «Ambos dijeron haber mirado. Pues bien, resulta difícil comprender cómo, de noche, en un tramo recto y circulando una motocicleta muy próxima al cruce, con las luces encendidas, ninguno de los dos lo viera».