Hoy se sienta en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa Miguel B.C., de 62 años de edad, el hombre acusado de causar en abril de 2010 un incendio forestal en la finca Can Pau de Buscastell, en el municipio de Sant Antoni, que arrasó 15.000 metros cuadrados.
El incendio, derivado de una quema de rastrojos y restos de poda, se produjo el 5 de abril. Cinco días más tarde la Guardia Civil lo detuvo después de que los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) abrieran diligencias contra este hombre como presunto causante del incendio forestal.
En las manos
Miguel B.C., que sufrió quemaduras en las manos cuando intentó que las llamas no se propagaran por el bosque, no había solicitado permiso para realizar la quema. Además, existe la sospecha de que para efectuar el fuego pudiera haber empleado aceite usado.
Las tareas de extinción, en las que participaron los bomberos del Consell d'Eivissa, agentes del Ibanat y medios aéreos que volaron a la zona desde Mallorca, duraron unas cinco horas, de las 13,00 hasta las 18,00, pero fue necesario vigilar a lo largo de toda la noche que las llamas no se reavivaran.
El Código Penal establece penas de uno a cinco años de prisión para quien «incendiare montes o masas forestales». La mitad superior de este castigo está reservada para los casos en que el fuego «alcance especial gravedad» o haya sido intencionado con el fin de lograr un beneficio económico. Además de las penas de prisión, el artículo prevé multas de doce a dieciocho meses.
Se da la circunstancia de que en enero del año 2004 este hombre fue juzgado por una imprudencia similar, según informaron desde la conselleria de Medi Ambient.
En ninguno de los dos incendios presuntamente causados por este hombre hubo que lamentar víctimas, a excepción de él mismo, que en el fuego de 2010 sufrió quemaduras en los brazos.