«¿Tasas?, ¿qué tasas?, ¿qué hay que pagar por iniciar un pleito por divorcio? No me lo puedo creer, pero si es así no pienso pagar aunque me tenga que quedar sin recurrir a un abogado». Así contestaba ayer Juliana, una mujer argentina que caminaba junto a su hija Gabriela muy cerca de los juzgados de Eivissa.
De igual manera, Mariano, su marido, aunque tampoco conocía muy bien el tema, se mostraba indignado. «¿Pagar por divorciarse o por recurrir una multa? Dónde vamos a ir a parar. Al final vamos a tener que pagar hasta por usar la calle para pasear el carrito», aseguraba con una mueca de resignación y fastidio.
Una situación que refleja a la perfección el descontento que existe de la población de la Isla sobre las nuevas tasas judiciales que empezaron ayer a pagarse impuestas por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, para que, por primera vez, todos los ciudadanos que hagan uso de la justicia tengan que pagar.
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