Primero se escuchó una explosión que hizo vibrar los edificios: luego comenzaron a llover cuerpos.
Uno de los cuerpos atravesó el techo de la casa de Irina Tipunova en el tranquilo pueblo de Rozsypne, luego de que el vuelo MH17 de Malaysia Airlines explotara sobre el este de Ucrania, donde separatistas prorrusos luchan contra las fuerzas del Gobierno.
«Hubo un sonido ensordecedor y todo comenzó a temblar. Luego empezaron a caer objetos desde el cielo», dijo Tipunova, una jubilada de 65 años, frente a su casa.
«Y luego escuché un estruendo y ella aterrizó en la cocina, el techo estaba roto», comentó, mostrando el agujero hecho por el cuerpo cuando atravesó el techo de la cocina en una parte de la casa.
El cuerpo desnudo de una mujer yacía aún dentro de la vivienda junto a una cama.
A unos 100 metros de la casa de Tipunova, decenas de cuerpos yacían en los trigales donde el avión cayó el jueves, causando la muerte de las 298 personas a bordo.
Todavía visiblemente afectada por la experiencia, Tipunova dijo: «El cuerpo está todavía allí porque me dijeron que esperara a que los expertos lo vinieran a buscar».
Otra residente local veinteañera que se rehusó a dar su nombre dijo que corrió al exterior cuando escuchó explotar el avión.
«Abrí la puerta y vi gente cayendo. Uno cayó en mi huerto», comentó.
FLORES Y LAMINAS DE PLÁSTICO
Pero no sólo cuerpos cayeron del cielo. Pedazos de metal, partes de equipaje y otros restos terminaron en esta área agrícola a unos 40 kilómetros de la frontera con Rusia.
La parte delantera del avión cayó en un campo de girasoles a un kilómetro de la casa de Tipunova. Restos, cuerpos o partes de ellos yacían esparcidos en los alrededores.
Los trabajadores de emergencia dicen que hallaron la mayoría de los cuerpos, algunos casi intactos, otros destrozados. Unos estaban apilados juntos pero otros yacían donde cayeron y el lugar era marcado por palos con tela blanca clavados en el suelo.
Algunos de los cuerpos fueron envueltos en láminas de plástico casi transparente y las esquinas sujetadas con tierra o piedras. Alguien había colocado un clavel rojo sobre una de las víctimas.
Entre los muertos hay muchas mujeres y niños, como uno de unos 10 años que yacía aún al lado de la cabina, con su pequeño cuerpo cubierto con una lámina de plástico.
Gran parte del lugar era un caos 24 horas después de que el avión cayera. Zapatos, cajas de medicamentos, valijas vacías y restos de ropa estaban diseminados por los campos de labranza sobre los que explotó el avión.
En un esfuerzo por limpiar el lugar, los restos de cuerpos fueron quitados de la calle llena de pozos donde cayeron junto con partes del fuselaje y las alas con el logo rojo y azul de Malaysia Airlines.
Los trabajadores de emergencia, pocos el jueves, llegaron en masa el viernes, levantando dos carpas grandes. Los periodistas y residentes caminaban sin impedimento por las cenizas y los restos de la aeronave.
Los combatientes rebeldes en uniforme observaban nerviosos los procedimientos. Kiev los acusó de derribar el avión, pero ellos negaron su participación y prometieron no evitar que se realice una investigación internacional.
El constante sonido de fuego de mortero y disparos en la distancia era un recordatorio del conflicto que enfrenta a los separatistas con las fuerzas del Gobierno que intentan sofocar una revuelta de tres meses contra Kiev.