Once cadáveres, en su mayoría decapitados, fueron hallados el jueves al costado de una carretera en el estado sureño de Guerrero, donde 43 estudiantes fueron secuestrados y presuntamente masacrados hace dos meses, un caso que ha desatado protestas masivas en todo México.
Algunos de los cadáveres tenían el torso desnudo y estaban parcialmente quemados, según fotografías publicadas por medios locales.
La fiscalía de Guerrero dijo que el caso ocurrió en Chilapa, un poblado en dirección a la escuela rural de Ayotzinapa -donde estudiaban los jóvenes desaparecidos- y donde hace unos días fue identificado el cadáver de un sacerdote de Uganda entre restos humanos hallados en medio de la búsqueda de los normalistas.
En esa parte del estado, uno de los más pobres de México, se enfrentan dos bandas del crimen organizado conocidas como Los Rojos y Los Ardillos, ambas derivadas de las fracturas del otrora poderoso cártel de los Beltrán Leyva, y que han llevado la violencia en el estado a niveles sin precedentes.
El caso de los estudiantes ha cimbrado al Gobierno de Enrique Peña Nieto, quien se apresta el jueves a anunciar cambios en su estrategia de seguridad, actualmente bajo fuertes críticas desde distintos sectores.
Más de 100,000 personas han muerto desde finales del 2006, cuando el ex presidente Felipe Calderón lanzó una campaña frontal contra los cárteles de la droga, que se fragmentaron a medida que caían sus líderes y elevaron la espiral de violencia y la saña con la que los sicarios acaban con sus víctimas.
Alrededor de 30,000 homicidios se han registrado durante el Gobierno de Peña, que había prometido controlar la violencia heredada de su antecesor.