Eivissa vivió ayer un nuevo sobresalto en forma de incendio. En este caso, las llamas se originaron sobre las 15.48 horas en la cuneta del kilómetro tres de la carretera que une Sant Joan y Sant Miquel, justo tras el desvío que conduce a Benirràs y antes de llegar a las instalaciones deportivas municipales.
El fuego quemó 11.500 metros cuadrados de matorrales y, en menor parte, de zona forestal, afectando a unos pocos pinos, olivos y algarrobos, que tuvieron que ser cortados. Además, las llamas causaron alarma entre algunos vecinos, aunque en ningún momento corrieron peligro, y también amenazaron con extenderse a a una extensa zona forestal aledaña.
El incendio, cuyas causas se desconocen, quedó estabilizado a las 17.10 horas y controlado sobre las 18.33 horas, aunque al cierre de esta edición todavía no se consideraba extinguido. Durante la noche, estaba previsto que efectivos del Ibanat y del Parque Insular de Bomberos se quedaran en el lugar refrescando la zona para evitar nuevos conatos.
Afortunadamente, la rápida intervención de los medios de extinción evitó una catástrofe mayor. Especialmente, según indicó un portavoz del Ibanat, la base de Palma adelantó la vigilancia aérea que habitualmente efectúa la avioneta Air Tractor, pudiendo intervenir de inmediato.
De esta manera, el aparato, que vuela cargado de agua, pudo hacer una primera descarga sobre las llamas que, unida a la intervención de los medios terrestres y a la suma del resto de medios aéreos (un helicóptero, también del Ibanat), fue primordial para que el fuego solo calcinara una parte de terreno agrícola y una zona menor de masa forestal.
A pesar de ello, el incendio también amenazó a dos viviendas cercanas, pertenecientes a las fincas de Can Forn y Can Roques. En la primera, a unos 100 metros del fuego, la familia que la habita vio cómo un foco secundario amenazó su hogar, aunque según un portavoz del Ibanat nunca corrieron peligro «ni la casa ni las personas» que se encontraban en ella.
En la segunda, en cuya finca se declaró el incendio, no había nadie en ese momento, aunque el propietario se personó al lugar para observar las tareas de extinción. «Suerte que han podido reaccionar rápidamente, porque detrás hay bosque hasta Sant Miquel y Sant Llorenç», comentó.