«Era todo muy macabro. Lo tenían todo muy bien planeado. Llegué a perder el conocimiento. Me arrastró de forma violenta y me amenazó diciéndome que tenía una pistola y que si le denunciaba acabaría en un cuneta de Cala Gració». Fue una de las acusaciones más contundentes que escucharon ayer Francisco Cruz y Purificación Adoración Muñoz, una pareja de Sant Antoni acusada de drogar y emborrachar a jóvenes a las que grababan manteniendo relaciones sexuales. Algunas de ellas eran menores cuando se produjeron los hechos entre noviembre de 2007 y abril de 2008.
La Fiscalía y las defensas de los acusados solicitaron la libre absolución ya que, según argumentaron, no hay pruebas de las acusaciones y las «versiones son contradictorias». Por su parte, la acusación solicita 12 años de prisión para cada uno y 15.000 euros de indemnización.
El magistrado de la Sección Primera de la Audiencia Provincial, Juan Pedro Yllanes, presidió el tribunal de un juicio que tuvo que aplazarse durante dos horas y media por la ausencia del acusado Francisco Cruz, quien, finalmente, acudió a los juzgados tras ser visitado por la médico forense. Francisco Cruz abrió el juicio acogiéndose a su derecho a no declarar alegando «encontrarse mal». Por su parte, Purificación Adoración señaló que ellos pusieron un anuncio en prensa buscando chicas para hacer pruebas con un aparato para la incotinencia urinaria. «Las chicas venían voluntariamente. Nunca dijimos que Francisco fuese ginecólogo», explicó la acusada, quien a preguntas de la Fiscalía, señaló que con algunas chicas mantuvieron relaciones sexuales «libres y voluntarias. Nunca se las forzó», puntualizó.
Tras los acusados llegó el turno de la denunciante y otras ocho víctimas y con ellas los momentos más escabrosos del juicio.
L.S., la denunciante del caso, narró cómo conoció a la pareja limpiando su casa hasta que un día Purificación le dijo de quedar una noche. Relató que tomó dos o tres cervezas pero salió «muy aturdida. Luego me ofrecieron droga para espabilarme, pero me puse peor. Tengo muchas lagunas pero recuerdo que me ataban a una cama y él me introdujo varios objetos sexuales y los dedos».
Preguntada por qué no denunció en su momento los hechos, dijo que le daba vergüenza y que cuando la Guardia Civil le mostró el vídeo quiso morirse: «Si hubiese denunciado no habría más chicas afectadas».
Después declararon otras ochos chicas. La primera de ellas reconoció que ella había llevado a otras. La mayoría narraron entre lágrimas el mismo proceso: les ofrecían cervezas, chupitos y también cocaína y al final llegaban las relaciones. Algunas aseguraron que en un momento dado se fueron; otras, que fueron retenidas. Algunas reconocieron haber cobrado entre 65 y 150 euros por las ‘pruebas' que «acabaron siendo un calvario».
Después llegó el turno de una guardia civil que se infiltró para comprobar la veracidad de las denuncias y participó en el registro del sótano, donde encontraron cámaras y vídeos de las chicas y un centenar de teléfonos de chicas.
En su turno de última palabra, Francisco Cruz dijo al tribunal: «Vean ustedes los vídeos».