La profesora Julieta Petrolo impartía clase cuando sufrió una grave agresión por parte de un niño de 13 años que le dejó secuelas importantes: afectación en un hombro y cuatro vértebras cervicales y la pérdida de la practica totalidad de la visión de su ojo izquierdo. Todo por tratar de parar una pelea entre dos escolares.
El niño agresor golpeaba violentamente a otro más pequeño, tratándolo de ahogar y aplastándolo contra el suelo. La maestra se interpuso, y el adolescente montó en cólera. Ella no hizo nada, no respondió, solo soportó la lluvia de violencia que se cernía sobre ella.
Este violento episodio ha hecho mella en la docente, una mella que no es solo física, según se han hecho eco diversos medios de ámbito nacional e internacional, después de que Julieta compartiera su vivencia en Facebook.
«Las docentes somos violentadas día a día. Nos golpean, nos escupen, nos insultan, si nos quejamos nos amenazan», indicó.
Además, explicó los problemas que tuvo para que la clínica que la atendió se hiciera cargo de los tratamientos farmacológicos necesarios, algo que solo llegó después de la presión ciudadana ejercida tras la denuncia del caso en las redes sociales.
Su carta es conmovedora, y explica que ha perdido la ilusión por ser maestra y que incluso le da hasta miedo la idea de pensar en enfrentarse de nuevo a una aula. Por su parte, la familia del niño agresor no ha dado ningún tipo de señal, y él sigue con su comportamiento como si nada, ajeno a que ha podido destrozar una vida, además de una vocación.