Sofía, una niña de ojos azules preciosos, que estaba sentada entre el público fue la gran protagonista de la presentación que se hizo en Madrid, en el renovado Museo Arqueológico Nacional (MAN), del Museo Puig des Molins que abrió sus puertas en 2012. El acto, lleno hasta la bandera, estaba centrado en el libro que se editó sobre cómo se hizo este museo ebusitano que es ya un ejemplo incluso para el museísmo más vanguardista. Y Sofía fue la protagonista porque a ella se dirigió con una brillante oratoria moderna Miguel Ángel Recio, director general de Bellas Artes, para explicar que uno de los objetivos de los museos que se están modernizando en España es acercar la arqueología y la cultura a los más jóvenes, y lo justificó con un buen dato: en 2014 el museo del Puig des Molins recibió 750.000 visitantes, muchos de ellos niños.
El acto fue también un pequeño homenaje a Jordi Fernández que tanto ha trabajado por la arqueología ibicenca y una vez hecho «su museo» se jubila con la cabeza bien alta. Se habló de materiales, de tecnología, la gran labor en equipo que se hizo, y no falto el toque del poeta Antonio Colinas parte de cuya obra está tan cercana a la arqueología. Colinas recordó sus campañas arqueológicas en la Eivissa y su relación con la Sociedad Arqueológica de las Pitiusas desde 1977 y contó su decepción cuando participó en la excavación de un fortín romano en Formentera y no encontraron cerámica.