La Consellería de Cultura de Formentera programa cada año actos dedicados al Día del Libro. Entre ellos está la visita de un escritor conocido que en este 2015 será el poeta ibicenco, Ben Clark. Así, el autor de La Fiera dará hoy a las 20.00 horas una charla en la Biblioteca Marià Villangómez de Sant Francesc donde también se proyectarán dos cortometrajes basados en dos poemas suyos que los alumnos de 3º de ESO han realizado con la ayuda de los directores del Formentera Film Festival.
—Decía Césare Pavese que «hacer poesía es como hacer el amor, nunca se sabe si la propia alegría es compartida». ¿Es verdad?
—- Sí porque aunque la escritura es un acto muy solitario en el fondo uno debe confiar que está llegando a otra persona y que el placer es mutuo.
—Para mi generación la poesía forma parte de nuestra educación familiar y escolar. ¿Sigue siendo una materia a destacar?
—Habría mucho que decir sobre cómo se imparte, se trabaja y se introduce. Como todo, se puede mejorar pero habría que buscar fórmulas para que el alumno la considere atractiva. Yo no creo que la poesía haya perdido su espacio en el mundo adolescente, sino que ha mutado a otros espacios como Internet. Siempre he defendido el hecho de dar la oportunidad a ese primer contacto y bombardearlos con poesía, música clásica, arte abstracto, performances y así encontrar lo que les enganche. Muchas veces la literatura tiene un papel predominante en las artes que a mí en particular me viene muy bien, pero me parece que los alumnos deberían conocer todo tipo de arte.
—La poesía y la música muchas veces van de la mano. Bob Dylan y Dylan Thomas, Serrat con Machado y Hernández... ¿Sería esta una manera de acercar la poesía?
—-Creo que el espacio de un cantautor es fundamental. Pero también el gusto por esta música ha cambiado y las propuestas de Serrat, Bob Dylan o Leonard Cohen, no termina de ser lo que buscan los más jóvenes. Hay que esperar para ver cuál es el nuevo lugar de la poesía dentro de la música.
—¿Se lee poesía?
—Sí y en España se edita casi un libro y medio de poesía al día. Aún así, hay que seguir trabajando para fomentarla y que los jovenes la lean y que, en lo posible, les guste
—¿Cuándo te diste cuenta que la poesía podía ser tu forma de vida?
—Aún estoy en ello, pero cuando pasé por la Fundación Antonio Gala en Córdoba y que significó un período de transición entre una actividad que era anexa a mi vida para convertirse en el eje central. El trabajo del poeta es obsesivo ya que estableces un determinado espacio limitado, estás trabajando con un material «destilado» y buscas rescatar el sentido de las palabras, algunas desgastadas. Tanto en castellano como en catalán bebemos mucho de una enorme tradición poética y, en este sentido, el mundo anglosajón ha sabido convertir el lenguaje en algo más maleable. En mi caso yo escribo menos en inglés porque no lo siento como una lengua desde el punto de vista gráfico, y tengo muchas dudas con su ortografía. Es fundamental dominar el lenguaje porque el instrumento hay que saberlo tocar bien para transmitir correctamente.
—¿Cómo fue su experiencia con los estudiantes de Formentera?
—He aprendido más de ellos que ellos de mí. Han elegido Carrers Vuits y Las orillas y creo que han dado muy buenos resultados a la hora de volcarlos en imágenes.