Primero fueron los tatuajes tribales. Luego vinieron las plumas de pájaro exótico, con permiso de las sempiternas trenzas afro y sus mútiples versiones. Después, los diseños impresos en piel pero con fecha de caducidad. Lo cierto es que cada verano, tan fijo y puntual como el calor, llegan dos o tres tendencias de esas a las que uno se ha de apuntar sí o sí. O lo que traducido al lenguaje actual de la moda deberíamos llamar un ‘must have'.
Siguiendo con la terminología, y si hemos de hacer caso a los ‘trends' que cruzan desde la otra parte del charco, pronto veremos en playas, fiestas y saraos una legión de collares, brazaletes, pulseras y mensajes de variada condición impresos sobre las pieles bronceadas por el sol. Son los ‘metallic tattoos', joyas efímeras en oro y plata tatuadas a modo de calcomanía. Como cuando éramos pequeños, tal cual. Tan solo aplicar el diseño sobre la piel, frotar, retirar el plástico transparente y… voilà.
Cadenas que caen por la espalda, brazaletes de aires egipcios, collares sobre el escote, flores metalizadas, mensajes centelleantes en lugares estratégicos. Todo vale en esta moda de un solo uso, asequible para todos los bolsillos, hipoalergénica, y que no pretende nada más -ni nada menos- que embellecer dando un toque de diversión.
Algunas firmas de belleza y accesorios, como las británicas Orelia y Paperself ya los tienen en sus catálogos. Aquí en España, una empresa valenciana de artes gráficas, Decoimagen, los comercializa bajo el nombre de Tat's Metallic Body Art. En breve los veréis en mercadillos, rastros y tiendas de belleza y accesorios.