Dos grandes de la cultura universal estuvieron en Ibiza el mismo año, 1919. Uno fue el escritor argentino Jorge Luis Borges, que estuvo con su familia en agosto de 1919, y otro fue el pintor Joaquín Sorolla.
El primero vino de Mallorca, estuvo dos o tres semanas en Ibiza, y luego volvió a coger el barco para proseguir su viaje rumbo a Valencia y finalmente a Sevilla, donde en la calle Sierpes vivía quien acabaría siendo su amigo, e poeta Adriano del Valle. Pero, ¿qué hizo Borges aquí? No lo sabe nadie porque no ha quedado rastro documental alguno sobre su estancia pitiusa. De hecho, Coco Meneses, el crítico literario que mejor conoce el paso de Borges por Baleares, únicamente escribió en libro El primer Borges «la familia Borges vive en Ibiza los primeros días de agosto de 1919, en que salen por vía marítima a la vecina isla de Ibiza, donde permanecen entre dos o tres semanas».
Sorolla llega a Ibiza
Mientras, de Joaquín Sorolla si se tienen muchos más datos. Entre su viaje y el de Borges apenas hay unos días de diferencia, por lo que estudiando los datos sobre la Ibiza en la que residió el pintor podemos atisbar unos destellos de cómo fue. De hecho, su visita está muy documentada y detallada porque los periodistas locales como Francisco Escanellas o nacionales como los de ABC y Blanco y Negro la cubrieron.
Gracias a esas crónicas sabemos que el pintor, entonces uno de los más famosos y caros del mundo, llegó a la isla procedente de Mallorca en el vapor Jaime II con una pequeña corte formada por su mujer Elena, su hija y los pintores Santiago Martínez Martin (1890-1979), discípulo predilecto de Sorolla, y el suizo Ernesto Zeiss. En Ibiza fueron agasajados por el diputado, arqueólogo y director del Museo Arqueológico de Eivissa, Carlos Román, que le regaló algunas antigüedades púnicas y lo recibió en las excavaciones de Jundal que publicaría en 1920, y almorzaron varias veces con el alcalde Juan Hernández, el Secretario del Ayuntamiento Juan Matutes, el Archivero de la Catedral Isidor Macabich y el fotógrafo y pintor Narcís Puget. De hecho, juntos visitaron la Catedral, el Museo Arqueológico, la necrópolis del Puig d´es Molins, y el el valioso retablo gótico de la iglesia parroquial de Jesús. De hecho, a casi todos de sus acompañantes, el propio Joaquín Sorolla les regaló un retrato fotográfico dedicado.
Durante su estancia en Ibiza, el pintor valenciano y su familia se hospedaron en el hotel La Marina, donde hizo buenas migas con Narcís Puguet (Eivissa 1874- Santa Eulària, 1960), entonces dedicado fundamentalmente al mundo de la fotografía. De hecho, éste le hizo al pintor levantino una fotografía ya emblemática, que salió reproducida en la revista Blanco y Negro el 19 de octubre de 1919 junto a un artículo de Wenceslao Fernández Flórez en el que el escritor gallego criticaba a dos exministros corruptos. En esa imagen, se podía ver a Sorolla pintando en Ibiza su famosísima obra Los contrabandistas, una de las tres obras que creó en nuestra isla.
En dicho reportaje de Blanco y Negro se señala que en la imagen Joaquín Sorolla está tomando apuntes para el cuadro Los contrabandistas que le ha encargado desde Nueva York el multimillonario rey del tabaco Thomas Fortune Ryan (1851–1928) a quien también retrato Sorolla. En este sentido, bastantes investigadores coinciden en que las peñas que aparecen en Los contrabandistas son los acantilados ibicencos de s´Aranyet.
Además del cuadro definitivo, el pintor valenciano llevó a cabo varios apuntes o bocetos preparatorios que se pueden ver en este artículo de PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA por gentileza del Museo Sorolla de Madrid. Parece ser que en su periplo mallorquín por Valldemossa, Deià y Cala Sant Vicenc, Sorolla no encontró en Mallorca el escenario que buscaba para Los contrabandistas., decidiéndose definitivamente por Ibiza, y creando una obra que se ha convertido en mítica y que, por cierto gustó mucho al por entonces rey de España, Alfonso XIII.
Los contrabandistas
Además de una depurada técnica fruto de su gran talento natural y su capacidad para ver el cuadro instantáneamente antes de pintarlo, esta obra tiene una historia de arte añadido.
Por aquellos años Narcís Puguet se dedicaba a la fotografía, había colgado momentáneamente los pinceles a pesar de la insistencia del propio Sorolla para que volviera a pintar. Como anduvo bastante con el valenciano, le hizo una fotografía muy famosa pintando Los contrabandistas, pero hete aquí que hubo otro pintor, Santiago Martínez (Villaverde del Río, 1890-Sevilla, 1979), discípulo predilecto de Sorolla y que desgraciadamente el tiempo no ha tratado como merece, que pinto a su maestro pintando el cuadro ibicenco.
Un año después de su visita a Ibiza, en 1920 le mandó a su maestro una fotografía para que viera cómo había quedado el cuadro dentro del cuadro. En la carta que acompaña a la foto le escribe desde Sevilla la escena del alumno pintando al maestro pintar, que le parece graciosa. Esa fotografía también la ha podido conseguir este periódico escondida entre los archivos del Museo Sorolla de Madrid gracias al trabajo y a las facilidades otorgadas por Celia Diego Generoso, Inés Abril y Mónica Rodríguez Subirana, encargadas de llevar completísimo archivo de este museo madrileño. Sin sus muchas facilidades y ayuda, este artículo no hubiera sido posible.
Por último, destacar que Joaquín Sorolla se fue de Ibiza con muchas ganas de volver pero no pudo por fuerza mayor. Poco después, cuando pintaba en un cuadro a la mujer del escritor Pérez de Ayala sufrió una hemiplejia que le obligó primero a dejar la pintura y luego a postrarse, apagarse y dejar la vida.