Es uno de los ejercicios básicos al inicio de cualquier actividad espiritual y somática. Consideremos que todo quehacer que podamos realizar puede llegar a aproximarse a un encuentro con nuestra consciencia.
El trabajador de una línea de ensamblado que resuelve equis veces en un tiempo determinado un proceso repetido y sin alteración; el operario de limpieza que sigiloso escanea su entorno para recuperar aquellos elementos que no deben estar esparcidos; la azafata de eventos, uniformada y correcta que indica una y otra vez los caminos a seguir; el deportista que supera con habilidad los obstáculos; la científico que compone y recompone una y otra vez un proceso para poder alcanzar a través de diminutas variaciones una avance...
Y no hablemos de yoga, chi kung, meditación, o cualquier desarrollo físico o intelectual que ejercita la motricidad y reconforta la mente. En cualquiera de estos casos sería importante realizar a plena consciencia una de las necesidades básicas que nos permite la vida: la respiración.
Cuántas veces nos han sugerido que respiremos, cuando topamos con algún límite. Incluso casos de hiperventilación, que se suelen regular respirando aire propio. Numerosas terapias recomiendan respirar varias veces al día. Obvio, si dejamos de respirar, dejamos de existir.
¡Respiremos! Para poder entender el proceso únicamente nos debemos valer de un estado que habitualmente trasladamos al olvido: la consciencia. Y no es que seamos inconscientes en este sentido, sino que no somos conscientes de lo habitual, lo cotidiano. O por lo menos a veces. Bueno, en realidad no es éste un lugar para determinación alguna, sino más bien una ventana para mostrar propuestas, plantear dudas, considerar alternativas…
Hoy no estoy inspirado. Cuántas veces hemos oído también esta afirmación. O la conclusión genial, que propone que la inspiración existe, pero hay que alcanzarla trabajando.
Pudiera parecer que estoy mezclando temas y que como valoró en una ocasión un buen amigo, tras una reinterpretación, dice que presento un amasijo de hierros al lector sin advertir que la selección entre metales preciosos, forja artesanal y chatarra no siempre es sencilla. -A veces menos de lo que parece.
Mientras estamos redactando y leyendo, aprovechemos la vitalidad que nos marca la existencia. Inspiremos y espiremos conscientemente las veces que queramos. Dos, tres, veinte, treinta… la verdad es que, aunque dejemos de contar, sorprendentemente seguimos inspirando y espirando. Y ese reconocimiento, en este caso propio, nos ha proporcionado inspiración. Perdón, la inspiración.
Y dejando los juegos de palabras, y viendo la imagen, y a pesar de que se pudiera tratar de una estampa demasiado retratada, podemos hablar de inspiración. Nunca mejor dicho. Un espacio ordenado con colores correctos – toda la gama de grises- y en la web incluso aparece la versión polícroma, però encara així ambas imágenes nos trasladan a otra época, al recuerdo. Y seguimos respirando.
Una belleza escénica, que no necesariamente tiene que componerse con parajes exuberantes y lejanos. Y siempre ligada al proceso compositivo y sus momentos, y los momentos que nosotros captamos. Los ángulos, las perspectivas, la luz. Cuántas variaciones tenemos ante nosotros. ¿Y cuál de ellas nos llega más? ¿Qué propuesta de las presentadas provoca que inspiremos profundamente y expulsemos el aire alcanzando plenitud?