A sus 41 años y tras una larga trayectoria periodística, Samanta Villar ha sido madre de mellizos mediante una ovodonación, y ha compartido su experiencia en el libro «Madre hay más que una» para romper los tópicos y tabúes que existen alrededor de la maternidad y de la picaresca de las donaciones.
«Hay un relato único de la maternidad como un estado idílico, que no coincide con la realidad y estigmatiza a las mujeres» que lo viven de manera distinta, ha comentado Samanta Villar en una entrevista con Efe.
«Tener hijos es perder calidad de vida», afirma, y apostilla: «Yo no soy más feliz ahora de lo que era antes». No obstante, añade que «hay momentos que dices: son preciosos. Una cosa no quita la otra».
Por ese motivo decidió contar la maternidad «de verdad», sin ocultar «la dureza, las dificultades extremas, los inconvenientes insoportables y el sacrificio estratosférico», porque como «nadie te cuenta lo que es en realidad la maternidad, tomas una decisión engañada».
«Abandonemos ya esta idea de que la maternidad es el último escalón en la pirámide de felicidad de una mujer», proclama la autora del libro, editado por Planeta.
Desde 2006 tenía que existir en España un centro de donantes, explica la periodista, «de manera que la donación fuese anónima», aunque tenía que recoger quién era donante y cuantas veces, para evitar la consanguinidad.
El centro nunca se creó, y, aunque establece que el mismo donante, de semen o de óvulos, no puede engendrar más de 6 hijos, incluidos los propios, «no hay ningún tipo de control», denuncia la reportera.
Por eso, «un estudiante que quiera sacar dinero, va a una clínica 6 veces, a otra 6 veces más y así consecutivamente. Y si hay en España 800 hijos del mismo donante, no pasa nada», reprocha Samanta Villar. «La ley es un desastre», apostilla.
Después de haber pasado por el proceso de donación, la presentadora está convencida de que «la legislación española está obsoleta y es perjudicial», además de que la consanguinidad española «está en manos de los donantes y de la falta de picaresca».
En España la donación debe ser anónima por ley, pero la autora duda de que esto proteja a los niños «a los que se les niega el derecho de saber de dónde vienen sus genes».
Hablando públicamente sobre la donación de óvulos, la periodista confiesa que sintió «salir del armario» porque es un tema que «se está silenciando», pero lo hizo convencida de contribuir a «normalizar la situación» y poder ayudar a otras mujeres.
Samanta Villar asegura que redactar el libro no ha sido fácil pese a estar acostumbrada a encontrarse delante de una cámara porque en el programa de televisión «siempre necesitamos acción», y en cambio, escribir un libro requiere «un tono mucho más reflexivo. Te obliga a entenderte, a aceptarte, a aprender como eres».
En ese sentido, la periodista argumenta que es un «ejercicio de honestidad», y que se «desnuda de manera mucho más íntima en el libro que en el programa de televisión».
Ahora, tras un año dedicada al cuidado de los hijos, Villar opina que «lo mejor es ser tía» porque «es lo más cercano a la madre», pero se ahorra «el dolor físico del agotamiento y el hundimiento moral de decir: ¡no puedo más!».
Añade, ironizando, que «ahora ya es demasiado tarde, ahora soy madre y hay que apechugar», y que está lista para volver a la televisión, al «trabajo light».
Samanta Villar anuncia que próximamente presentará en Cuatro un nuevo programa con un nuevo formato adaptado a su «nueva vida», en el que viajará menos.
«Tendrá una parte evidencial, historias extraordinarias sorprendentes y otra cosita más que unirá todo esto», avanza.
También señala que le apetece hacer cosas fantásticas con su equipo televisivo, «jugar a despegarnos de la realidad y apostar por cosas muy locas. Seguir contando las cosas, pero ahora de una manera muy fantasiosa y alocada».