El marroquí Hicham El Guerruj, campeón y plusmarquista mundial de 1.500 metros, utilizó a su compatriota Adil Kaouch como «liebre» para derrotar a ritmo de récord mundial al keniano Noah Ngeny y a los tres españoles "Reyes Estévez, Fermín Cacho y Andrés Díaz" en la final mundialista de 1.500, la más rápida de la historia del torneo (3:27.65).
El etíope Haile Gebreselassie, emperador del fondo, plusmarquista mundial de 5.000 y 10.000 metros, obtuvo en la multitudinaria final directa de 10.000, con 32 atletas en pista, la victoria más anunciada de los campeonatos con sólo seguir a los de arriba, ya fueran etíopes o kenianos, y salir cuando quiso del grupo.
El portugués Antonio Pinto, uno de los mejores especialistas mundiales de maratón, fue el único que aguantó con los siete africanos de cabeza y se permitió, incluso, el lujo de atacar a un kilómetro de la meta. Gebre no se inmutó. Venció con una última vuelta en 54 segundos y un registro capicúa de 27:57.27 por delante del keniano Paul Tergat, cinco veces campeón mundial de cross, y del etíope Assefa Mezgebu.
Reyes Estévez, campeón de Europa de 1.500 el año pasado, obtuvo con su medalla de bronce y nueva marca personal (3:30.57) un corto premio a su valentía y a su generoso esfuerzo en la última vuelta, cuando salió sin complejos en persecución de El Guerruj sin pararse a pensar en el riesgo de agotamiento que corría al seguir un ritmo para él desconocido.
La final de 1.500 metros llenó el estadio de La Cartuja con 45.000 espectadores ávidos de asistir a la batalla de los españoles contra el rey moro en una ciudad que los musulmanes ocuparon durante cinco siglos. El Guerruj, sabedor de la motivación que suponía para los españoles correr ante un público tan ruidoso como el sevillano, decidió asegurarse el título con la única fórmula segura: hacer de la final una carrera como la de cualquier reunión, lanzada por una liebre hasta los últimos 600 metros.