La primera Vuelta a España del tercer milenio, que se disputará entre el 8 y 30 de septiembre de 2001, ha optado por repetir similares ingredientes por los que apostó en la edición pasada: el «descubrimiento» de otro monte que pretende ser épico, el Alto de Aitana, la recuperación de la cronoescalada (Ordino-Arcalís), y el recurso a los abanicos de la llanura castellana y aragonesa.
«La Vuelta de 2001 es reloj, montaña y viento», resumió Enrique Franco, director general de Unipublic, en la presentación ayer de la edición 56 de la ronda española. Tras la excepcionalidad de los Juegos de Sydney, la Vuelta recupera su calendario tradicional, aunque no oculta su inquietud porque la UCI pretenda adelantarla una semana para avanzar, igualmente, el Mundial de fondo en carretera. «Espero que nuestros representantes en la UCI defiendan con todas sus fuerzas que la Vuelta en 2002 y 2003 se mantengan en las mismas fechas porque tenemos compromisos con algunas ciudades», indicó Franco.
El perfil diseñado para el próximo año conserva la infraestructura de 2000: reducido kilometraje (por debajo, de nuevo, de la barrera psicológica de los 3.000 kilómetros: 2.986) y un pretendido equilibrio entre las cronos (96 kilómetros de contrarreloj, 18 de cronoescalada) y montaña (6 llegadas en alto, 3 puertos de categoría especial, 10 puertos de primera y 8 de segunda categoría). Alejados ya los temores por los registros de la gendarmería francesa, la Vuelta se adentrará en el país vecino en la undécima etapa entre Alp y la estación andorrana de Pal en «uno de los platos fuertes -según Enrique Franco- de la carrera».
Asimismo coronará el inédito Alto de Aitana, de categoría especial, que reemplazará al alicantino Xorret de Catí, un puerto de 23 kilómetros que culmina con la llegada a una base militar después de franquearse un desnivel de 500 metros (de 1.000 a 1.500) en los últimos ocho kilómetros.