JUAN ANTONIO LLADÓS - INGLATERRA
Valentino Rossi aprobó con sobresaliente la difícil asignatura que
para él representó el Gran Premio de Inglaterra de 500 c.c. que se
disputó ayer en el circuito de Donington Park y en el que superó
sin problemas los percances de entrenamientos y a sus rivales. No
era un objetivo fácil el que tenía hoy por delante el joven Rossi,
salir desde la tercera línea y hacerlo en una pista tan corta como
la británica y en la que no abundan los sitios para efectuar los
adelantamientos dificultaba aún más sus intenciones, pero sin los
errores de otras ocasiones y sin ningún tipo de precipitación fue
dando buena cuenta de todos sus rivales hasta la bajada de la
bandera de cuadros, que vio el primero por quinta vez en lo que va
de temporada.
Nadie, ni Max Biaggi (Yamaha), autor de la «pole position», ni el brasileño Alex Barros (Honda) o el estadounidense Kenny Roberts (Suzuki), que lideró la carrera algunas vueltas pero luego perdió fuelle de manera clamorosa, o el japonés Noriyuki Haga (Yamaha), que se creció en la segunda mitad de la prueba, pudieron dar la réplica a Rossi, quien hoy ha demostrado que, cuando todo va como tiene que ir, es insuperable. El título mundial de 500 c.c. tiene ya un nombre propio definido y sólo una adversidad, dada la gran superioridad que manifiesta a cada gran premio Rossi, puede privarle de lograr su objetivo y convertirse, junto al británico Phil Read, en el único piloto que gane los cetros mundiales de 125, 250 y 500 c.c.
Mucho más fáciles le resultaron las cosas al japonés Daijiro Katoh (Honda) en los 250 c.c., pues si bien se encontró con la oposición inicial de su compatriota Tetsuya Harada (Aprilia), su máximo rival en la lucha por el título, éste quedó apeado de sus opciones relativamente rápido, al rendir el alma el motor de su moto y ni siquiera permitirle entrar en los puntos, con lo que el disgusto del campeón mundial de la cilindrada en 1993 era supino. Una vez Katoh quedó sólo en cabeza de carrera no hizo falta demasiado para garantizarse su sexta victoria de ocho posibles, y ello incluido un error en la curva de entrada en la recta de meta que le hizo perder más de seis segundos, pero recuperó rápido las diferencias.
Por detrás se estaban peleando el británico Jeremy McWilliams y los italianos Marco Melandri y Roberto Rolfo, todos ellos de Aprilia, y el español Emilio Alzamora (Honda), con especial mención a Rolfo, que se mostró como el más batallador e incisivo del grupo. McWilliams fue el primero en perder su oportunidad y la de agradar a los casi 60.000 aficionados que, por primera vez en muchos años y a pesar de la nefasta organización de la carrera inglesa, presenciaron las carreras, ya que se cayó y no pudo continuar.