JOSE ANTONIO DIEGO (EFE)
Martín Fiz, campeón mundial en Gotemburgo'95, y Abel Antón, titular
en Atenas'97 y Sevilla'99, habrán sentido ante el televisor
decepción por el fracaso del prometedor equipo que España trajo a
Edmonton y la sensación de que se ha echado por tierra en una sola
carrera el prestigio ganado con muchos años de trabajo. España
figuraba en todos los pronósticos, incluso los que aventuraban sus
rivales, como aspirante a conseguir, si no el título, al menos una
medalla individual y otra en la Copa del Mundo de maratón por
equipos, que también estaba en juego.
En vez de eso, el maratón masculino español se irá de Edmonton con un decimoquinto lugar por mejor resultado y gracias al hombre que menos contaba de los cinco, el vallisoletano Oscar Fernández, compañero de entrenamientos de Issac Viciosa. El mallorquín Toni Peña, Julio Rey y Javier Cortés, que ocupaban puestos de honor entre los diez más rápidos del mundo este año, estuvieron con el grupo de cabeza el tiempo que tardó el marroquí Abdelkader El Muaziz en dinamitar la carrera con un ataque en el kilómetro 26 que causó estragos entre sus adversarios.
Peña y Rey hicieron en Edmonton las peores marcas de su vida. Cortés sólo lo hizo peor hace dos años en el Mundial de Sevilla. Y, sin embargo, el recorrido no presentaba excesivas dificultades, el ritmo no era fuerte y el calor (28 grados en la salida) fue desapareciendo hasta quedar en una temperatura agradable. Javier Cortés pidió que en esta primera prueba no se juzgara a la nueva generación de maratonistas españoles con el baremo exigible a la vieja guardia, pero entre el extremo glorioso de conseguir coronas universales y pobre desempeño de Edmonton pudo haber un justo medio.