De vuelta a la tierra. El Mallorca interrumpió ayer en Getafe su serie más positiva y se estrelló contra el suelo después de perder un partido que tuvo bajo control y que se le fue de las manos de forma casi dramática. Un error de Prats, que estrenaba su condición de Zamora mientras se aproximaba al récord de imbatilidad de Leo Franco, condenó a la escuadra balear en uno de los feudos más incómodos de la Liga y destruyó el gran trabajo colectivo que había llevado a cabo el equipo hasta ese momento.
Los rojillos, que siguen peleados con el gol, volvieron anoche a Palma de vacío y con la obligación de ponerse en pie cuanto antes, porque el Barça ya aparece en el horizonte. eso que el Mallorca aparcó las dudas en el vestuario y salió a por el partido desde el primer minuto. El grupo de Manzano pactó un intercambio de papeles con el Getafe y asumió la brújula del choque con la intención de agujerear cuanto antes la muralla que tiene el Pato Abbondanzieri frente a su portería cada vez que actúa como local.
Y lo hizo de forma novedosa. El técnico jienense le dio un aspecto diferente al equipo escorando a Ibagaza al lado izquierdo y le entregó los galones en el centro del campo a Pereyra y Jordi López, que controlaron a la perfección todo el tráfico de la zona. Con el guión bien memorizado, los rojillos tardaron muy poco en apropiarse del cuero y en inclinar el terreno de juego, todo ello después de imponer el ritmo que más les convenía.