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Ajedrez

Adiós al genio Bobby Fischer

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AGENCIAS
Excéntrico y prácticamente imbatible, el ajedrecista estadounidense Bobby Fischer falleció ayer en Islandia a los 64 años, casualmente tantos como casillas blancas y negras componen un tablero. Sus aptitudes le llevaron a ser considerado por muchos como el mejor deportista de la historia en este campo, donde vivió su momento más memorable en 1972, cuando la calificada como la 'partida del siglo' enfrentó a Fischer con el soviético Boris Spassky por el título mundial en plena Guerra Fría. Fischer se convirtió entonces, por primera y última vez, en el único norteamericano en ganar el galardón.

Fischer nació con una mente prodigiosa, un cociente intelectual de 184 cercano incluso al del científico Albert Einstein. Desde niño, se convirtió en un autodidacta del ajedrez e hizo de este deporte su vida. Pero a su extraordinario intelecto también fue ligada una caprichosa forma de ver las cosas basada en un carácter voluble. Y es que, pese a ganar prácticamente todos los torneos a los que se presentaba, eran habituales sus desaires, plantones o retiradas, simplemente en cuanto encontraba algo que no le gustaba. Pero sus excentricidades no le impidieron convertirse en el oasis norteamericano de un deporte dominado por los rusos.

Para la historia ha quedado la partida por el título mundial de 1972, cuando el terreno de ajedrez se convirtió en una metáfora de la Guerra Fría, al competir Fischer con Spassky, en Reykjavik. Fischer logró retrasar a su antojo este enfrentamiento, que obligó a mediar incluso al secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, que pidió disculpas por la actitud de su deportista. Finalmente, se celebró la partida y el ruso logró adelantarse de dos, con retirada de Fischer en la segunda partida incluida sin más motivo que sus antojos. Sin embargo, logró centrarse para remontar y convertirse en el primer y único estadounidense en coronarse campeón del mundo.

Murió donde triunfó Una vez lograda la fama, Fischer desapareció de la vida pública y perdió su título por incomparecencia al año siguiente, cuando lo logró un por entonces promesa Anatoly Karpov. Desde entonces, su nombre apareció en los medios por encarcelamientos y escándalos y no por el ajedrez. Reapareció en 1992 en un nuevo enfrentamiento con Spassky, que resultó otra vez derrotado, para embolsarse 3'5 millones de dólares y convertirse en un firme defensor de la causa antiamericana.

Detenido en Japón por uso de pasaporte falso, encontró el amparo en Islandia, donde pidió asilo político. Así, llegó a este país en 2005 y se nacionalizó, hasta morir precisamente en el mismo Estado europeo que fue testigo también de su mayor logro deportivo.

Su fallecimiento ha causado enorme conmoción en un deporte, el ajedrez, con especial habilidad para recordar y valorar las grandes partidas, las que han marcado la historia y que ya no se repiten. El también campeón del mundo Garry Kasparov calificó al ajedrecista norteamericano como el «pionero» del ajedrez profesional, por lo que consideró su muerte una «muy mala noticia», según informaciones de la cadena televisiva CNN. A su juicio, «Fischer fue una fuente de inspiración para todos los jugadores jóvenes», especialmente por su caracter «guerrero» con el que se enfrentaba al tablero y a su rival.

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