La situación económica del Mallorca comienza a entrar en un camino sin retorno y la amenaza del concurso de acreedores se filtra cada vez con más evidencia sobre el club balear. La salud financiera de la entidad es crítica. Se trabaja contrarreloj para evitar lo que ya parece inevitable, pero la antigua suspensión de pagos recorre todos los rincones de Son Moix.
Salvo una inyección económica inesperada en los próximos días -en forma del traspaso de Aritz Aduriz- o que aparezca un nuevo comprador oculto, la SAD balear parece abocada a instar concurso, es decir, entrar en quiebra y decidir poner en manos de la justicia la devolución de sus deudas a sus proveedores, clientes o los propios empleados por medio de la liquidación de los activos.
En ese caso, el Mallorca sería el primer club de Primera División en declarar suspensión de pagos, ya que Sporting, Málaga y Xerez, actualmente en la máxima categoría, optaron por este remedio cuando militaban en Segunda.
Desde su retorno a Son Moix, Mateu Alemany jamás ha ocultado las dificultades económicas de la entidad ni la constante amenaza del concurso que sobrevuela la sociedad desde que Vicenç Grande prendió la mecha de la crisis con la suspensión de pagos del Grup Drac. De hecho, el máximo accionista comentó el pasado miércoles a los consejeros la gravedad de la situación, cuya solución se ha convertido en un tema capital para la institución balear.
Las dificultades económicas son enormes. No hay liquidez, los bancos mantienen los grifos cerrados y las arcas bermellonas están vacías. El ingreso mensual de Mediapro es destinado directamente al pago de la plantilla, el cuerpo técnico y los empleados. Y, lo que es peor, en el horizonte no aparece ningún mecenas. O surge de la nada un comprador potencial o el destino parece escrito.
Tras la reforma de la norma en marzo de 2009, existe la posibilidad de que el Mallorca solicite al juzgado acogerse al plazo de tres meses que la Ley Concursal, según se recoge en el artículo 5.3, otorga para renegociar sus deudas antes de declararse en concurso de acreedores, una circunstancia que tratar de evitar los clubes porque los administradores pueden retrotraer las operaciones realizadas en los dos últimos años.