El primer clásico de la temporada entre el San Rafael y la Peña Deportiva (1-1) arroja diferentes lecturas, en lo deportivo, y un regusto amargo por el comportamiento de ambos equipos tras el pitido final. Los dos máximos representantes del fútbol insular han adoptado una dosis de tensión desmesurada para la categoría e impropia a su condición de 'vecinos' y clubes 'hermanos'. Un tirantez que han ido gestando a lo largo de las últimas temporadas, quizá por la igualdad imperante sobre el terreno de juego, quizá por un entorno en ocasiones hostil y contagioso.
Este sábado sucedió lo que parecía inevitable tal y como se estaba sucediendo el encuentro, entre la brusquedad y el nerviosismo que desataba el marcador. De ahí que Adrián Ramos y su equipo al completo explotaran tras el primer gol, a escasos tres minutos del final. Y de ahí que Zapata ejemplificara tras el empate el sentir de un equipo al que se le resiste una y otra vez su eterno rival.
Toda esa tensión afloró en la zona de vestuarios y varios fueron los jugadores y empleados de ambos equipos implicados. Como si de un huracán se tratara, dos testigos directos de esa tangana, Piquero y 'Parrita', narran desde el epicentro su versión de lo ocurrido.
El cántabro fue quien desató la riña, según ralataron tras el partido, por acercarse al vestuario de la Peña Deportiva con los ánimos encendidos. «No es que me equivocara de vestuario, es que algún jugador de su equipo dijo algo que no debía, un comentario fuera de lugar», señala el ariete del San Rafael. Piquero advierte que no se trataba de un excompañero suyo, sino de otro futbolista al que no identificó. «Escuché algún comentario y comenzamos a discutir, pero no hubo golpes», agrega.
Sí reconoce que durante el partido hubo una gran rivalidad. «Los dos queríamos ganar y más tratándose de un derbi. Hubo mucha igualdad y se nos quedó cara de tontos cuando nos empataron», apunta Piquero, que recuerda que sus dos 'parejas de baile' eran dos buenos amigos, Berto Suárez y Rubén Martínez, por lo que «no tenía cuentas pendientes con nadie».
Sobre ese juego «al límite» que criticaba el técnico peñista Paco Onrubia tras el partido, Diego se pregunta cuántas faltas hicieron uno y otro equipo. «Dicen que parábamos todo el rato el partido; yo creo que no hubo tanta diferencia de faltas. Nosotros llevamos la iniciativa y ellos apenas dispararon entre los tres palos», razona.
Un golpe bajo Francisco Bermudo, 'Parrita', tiene una versión más severa de lo sucedido. «Conozco a los dos equipos porque he trabajado con ellos. Me metí para separar y recibí una patada en mis partes», relata el veterano masajista de la Peña Deportiva, quien reconoce sentir aún dolor en la zona golpeada. Parrita describe la tangana como «una trifulca que no veas». «Entré a separar porque Carlos Fernández (delantero del San Rafael) me lo pidió. De pronto salió una pierna volando y me dio. Sentí rabia y dolor. No fue ninguna broma porque me podían haber hecho mucho daño», lamenta Parrita, que desconoce el autor del golpe. «Si llego a saber quién es, se lía más. Eso me pasa por intentar hacer un bien. La próxima vez, no me pasará», añade.
Parrita lamenta la imagen que se proyecta con estos comportamientos, aunque comparte la opinión de Ormaechea y resta dramatismo a lo ocurrido. «Está feo, pero ya está olvidado», apunta. Lo que sí encontró vergonzoso el recuperador es la disputa verbal que mantuvieron los delegados Romero y Pepe Maci. «Cuando lo he leído he pensado, ¿en qué país vivimos? Como si fueran dos niños chicos», concluye.
Fútbol - Tercera
El huracán, desde su epicentro
Rubén J. Palomo | Eivissa |