Oliver Mendoza (Eivissa, 02-06-1981), el trotamundos ibicenco del fútbol, abandonó anoche la isla tras pasar unos días de vacaciones en su tierra natal. El actual entrenador del Hebraica venezolano tiene pensado vincularse a un nuevo proyecto en República Dominicana para, así, poner fin a la «inseguridad» que palpa en el país venezolano.
—¿Qué tal le va la vida en Venezuela?
—La verdad es que la vida es muy dura en Caracas. Es lamentable decirlo, pero uno se acostumbra a lo que es la vida diaria en el país. Yo me centro en el fútbol. Del entrenamiento voy a casa y de casa, al entrenamiento.
—¿Tiene pensado volver a España?
—Me encantaría, porque tengo la familia y a mi hijo aquí. Quiero estar cerca de él, pero lo más fijo que tengo es ir renovando con el Hebraica. Está todo arreglado para quedarme, pero me frena la inseguridad del país. Es muy peligroso y no quiero jugarme mucho más la vida. Estoy muy bien económicamente; entreno un equipo profesional; disfruto de una oportunidad que aquí no me habrían dado; me estoy sacando el título, que ya tengo el que permite entrenar en Segunda, por esta zona, etcétera. Sin embargo, mi objetivo es ir a República Dominicana, donde empieza una liga profesional patrocinada por la FIFA.
—Eso supondría decir adiós a su renovación. ¿Podría hacerlo?
—Ellos no quieren que me vaya bajo ningún concepto. Me están dando todo cosas a nivel económico que enamoran, pero no todo es dinero. También me está dando la oportunidad de aprender, de estar en campus como el del Manchester United... Son cosas que, estando en España, son difíciles de conseguir, pero hay que evaluar todo. Me gustaría vivir en un sitio donde pueda establecerme.