La bahamesa Shaunae Miller se arrojó sobre la línea de meta para conquistar el título olímpico de 400 metros y privar a la estadounidense Allyson Felix de sus aspiraciones de ser la primera atleta de la historia con cinco medallas de oro olímpicas.
Miller, en un final agónico, cerró la vuelta a la pista en 49.44, el mejor registro de su vida. Felix, que la llegó a rebasar en la recta, terminó segunda en 49.51, y la jamaicana Shericka Jackson se colgó la medalla de bronce con 49.85.
La bahamesa dio rienda suelta a su alegría cuando aparecieron los tiempos oficiales en el videomarcador del estadio Olímpico, después de permanecer las dos unos segundos a la expectativa, sin saber quien había ganado.
Miller parecía haber sentenciado la carrera cuando se presentó a mitad de recta con tres metros de ventaja, pero Allyson no había dicho su última palabra y fue recortando la diferencia a cada paso. Y cuando parecía que había rebasado a la bahamesa, ésta se lanzó en plancha sobre la raya y le birló el triunfo.
Felix se había recuperado de una lesión de tobillo que sufrió en abril y, aunque no pudo obtener plaza en el equipo norteamericano para defender su título olímpico en 200, llegó a Río con el objetivo de convertirse en la primera atleta con cinco medallas de oro olímpicas y en una de las pocas que han sido campeonas en 200 y 400.
Con 13 títulos globales a lo largo de su carrera, la californiana, de 30 años, afrontaba sus últimos Juegos con el deseo de emular a Betty Cuthbert, Irena Szewinska, Valerie Brisco-Hooks y Marie Jose-Perec, que fueron campeonas olímpicas de 200 y 400.
En semifinales, Allyson Felix había ganado la batalla psicológica a la que estaba llamada a ser su rival más dura, la bahamesa Shaunae Miller, subcampeona del mundo y líder del ránking mundial del año, con la que coincidió en la tercera serie.
Miller, abanderada de Bahamas en la ceremonia inaugural de los Juegos, no ha perdido una sola de las cinco carreras que ha hecho este año.
Libania Grenot, cubana de origen y primera italiana que pisaba una final olímpica de 400, se clasificó octava y última con un tiempo de 51.25.
La británica Christine Ohuruogu, campeona olímpica en 2008 y subcampeona en 2012, no se había clasificado para la carrera decisiva.