El juez José Castro denunció el «visceral ataque de personas y altas instituciones del Estado» que sufrió durante la instrucción del ‘caso Nóos', algunos de los cuales señaló emplearon instrumentos «no tan legales». En el acto en el que recibió el nombramiento como hijo predilecto de Córdoba, el magistrado señaló que sus méritos para el premio son «una serie de actos judiciales en los que me limité a cumplir con mi obligación». Castro señaló que lo que hubiera sido una actuación «de rutina» cambió por ese ataque: «Arremetieron contra un acto de absoluta normalidad procesal para acabar pretendiendo que, a una persona determinada, se les aplicaran los beneficios de una doctrina que se había aplicado a un conocido banquero de este país», dijo.
Con más ironía, el magistrado manifestó que su mérito en ese momento fue «haber sobrevivido a tanto desabarajuste sin perder la compostura». Añadió: «Créanme que a veces me ha costado trabajo». Así, dedicó a esos poderes del estado el nombramiento. «No estaría aquí si no hubiera sido por ellos. Ustedes ya saben el final de la historia. Ya saben que el asesino no fue el mayordomo, tampoco fue el ama de llaves y parece ser que iba por el juez de instrucción», bromeó.
El instructor, que se jubila dentro de dos meses, señaló que ante los indicios de criminalidad que apreció, convocó a la Infanta para que diera las explicaciones pertinentes. «Como no convencieron, no creo que a nadie, tuve que posibilitar a las acusaciones pública, particular y popular que ejecieran su papel». La Infanta, finalmente fue juzgada por la petición del sindicato Manos Limpias que, más tarde fue condenado por la Audiencia a pagar la mitad de las costas por mantener de forma temeraria los cargos a raíz de que las pruebas realizadas en el juicio se revelaran casi inexistentes contra Cristina de Borbón.