Dos años y medio después del estallido de la pandemia, muchos niños con altas capacidades siguen sin recibir una educación adecuada. Los llamados «grupos burbuja» para prevenir la expansión de contagios de COVID en las aulas impidieron durante los dos últimos años que los niños ya diagnosticados de ACI participaran en programas de enriquecimiento curricular.
- EL PSICÓLOGO QUÉ DICE
Son 2.355 los alumnos de Baleares diagnosticados con altas capacidades (datos de octubre de este año, al comienzo de curso). En sexto curso de Educación Primaria se realiza un primer cribado entre los estudiantes para detectar aquellos que tengan capacidades extraordinarias en algún tipo de recurso cognitivo, ya sea de tipo lógico, numérico, espacial, de memoria, verbal y creativo. A ello se le suman, según el protocolo de la Conselleria de Educació, la observación del profesor durante la etapa escolar y las informaciones de la familia. El diagnóstico se hace según un baremo y, de confirmarse el caso, se procede a un enriquecimiento curricular, mediante el que se personaliza el temario. Así, los niños y adolescentes pueden seguir en clase con sus compañeros, pero llevando a cabo tareas adaptadas -que no mayor cantidad de deberes- o acelerando parcialmente de curso, acudiendo a clases de determinadas asignaturas del año siguiente.
Una de las últimas novedades de la Dirección General de Primera Infancia, Innovación y Comunidad Educativa, ha sido la creación, este curso escolar, de un equipo específico de asesoramiento con tres profesionales especialistas, dispuestos para centros, profesores y familias. «Damos la enhorabuena en a Amanda Fernández. El protocolo de Educació es muy bueno, el problema es que no se aplica», critica la asociación balear de familias de niños con altas capacidades (ABSAC). María José Cordero, secretaria de la organización, expone que en esta materia «cada centro actua de forma voluntaria, según su sensibilidad, y no por sistema», una situación que la pandemia ha agravado.
Dos años sin programación adaptada
En noviembre de 2019, cuando empezaba 3º de Primaria, a Marc, de 10 años, le reconocieron en el colegio que tenía altas capacidades. Sin embargo, no fue hasta casi dos años después y un cambio de colegio (por desencuentros con la gestión de altas capacidades), en septiembre de 2021, cuando le aceleraron parcialmente en las asignaturas de inglés y matemáticas. Álex, también de 10 años, sigue esperando una adaptación curricular desde octubre de 2019. Su madre, Magdalena Anna Zak, vio desde que era muy pequeño que tenía un comportamiento especial, pero desde el centro le negaron un diagnóstico: «Me dijeron que Álex se portaba mal en clase porque era hiperactivo y me recomendaron que hiciera más deporte». A pesar de que en casa tenía mucha curiosidad y capacidad de concentración, volvía del colegio amargado. Finalmente, un estudio de la fundación PACI de la UIB -que costó a Magdalena 400 euros- confirmó en octubre de 2019 que Álex tenía altas capacidades. En la escuela de Montuïri, al contar con solo un profesor para alumnos con necesidades especiales, le denegaron . «Dijeron que tenían que priorizar a los alumnos que no llegaban sobre a los que les sobraba conocimiento», cuenta Magdalena. Así y pese a que el protocolo de identificación indica que «la atención educativa específica a estos alumnos se ha de iniciar en el momento de identificación de sus necesidades», Álex sigue, dos cursos después y tras también haber cambiado de colegio, sin un programa adaptado. «En 2021 en el nuevo colegio me presentaron un programa y me hicieron firmarlo, pero después no han hecho nada. Se quedó en el papel. Ahora estamos estudiando otra propuesta», critica su madre.
«En la escuela me dijeron que Álex se portaba mal en clase porque era hiperactivo y me recomendaron que hiciera más deporte»
Magdalena Anna Zak, madre de un niño con altas capacidades.
Con la vuelta a la normalidad, muchos de los programas no se han retomado y los alumnos continúan con una educación sin adaptarse a sus necesidades, como es el caso del IES Berenguer d'Anoia o el colegio Miquel Duran i Saurina, ambos de Inca y en los que han desaparecido los programas para niños con altas capacidades.
Educadores especializados
Desde ABSAC piden más recursos para poder gestionar la educación personalizada que necesitan estos alumnos, así como una mayor formación del profesorado, tanto de Educación Primaria como de Educación Secundaria en estos temas «los maestros lo ven muy por encima durante la carrera y los profesores de ESO ni te cuento. Muchos son, por ejemplo, historiadores que hacen un curso de un año para ser profesores», critica la secretaria de ABSAC, si bien valora de forma positiva -«aunque sea un parche, va muy bien»- la creación de un equipo de especialistas en altas capacidades que asesoran a centros, profesores y familia.