Se puede ser sostenible sin ser circular, pero solo se es circular siendo sostenible. El trabalenguas de marras es de uso habitual entre expertos que tratan de explicar las diferencias entre ambos conceptos, habitualmente confundidos. Es de esperar que la percepción generalizada vaya atinándose a medida que el paradigma de la economía circular se sigue adentrando en el mercado laboral. En Baleares, un total de 14.816 trabajadores desempeñan tareas relacionadas con la circularidad y enfocadas, especialmente, a reciclaje, las reparaciones y la reutilización.
Así lo revela un estudio de la Fundació Impulsa Balears basada en datos de Eurostat. Esos cerca de 15.000 trabajadores representan el 2,8 % de todos los afiliados a la Seguridad Social (media anual), lo cual sitúa al Archipiélago por delante de la media española (2,3 %) y de la europea (2,1 %), según datos de 2021.
En términos específicos, la mayor parte de estos empleos se concentran en las ramas de actividad relacionadas con la fabricación, instalación y reparación industrial de maquinaria (51,8 % de los empleados), así como en las industrias extractivas, manufacturas químicas y plásticas, suministro de energía y gestión de residuos (22 % del total).
Por lo que respecta al sector turístico, el informe especifica a que el avance hacia su circularidad dependerá del refuerzo y desarrollo de «ocupaciones que permitan revertir cuellos de botella e implementar prácticas circulares de manera transversal».
En ese sentido, los perfiles laborales más comunes se corresponden con ingenieros diseñadores y gestores económicos y empresariales con una formación y habilidades dentro del considerado tramo alto de competencias. Paralelamente, las ocupaciones circulares indirectas se relacionarían con servicios financieros y logísticos que se asimilan de igual modo a perfiles de elevada cualificación.
El director de la Fundació Impulsa, Antoni Riera, explica que se ha contabilizado más de un centenar de iniciativas y actividades relacionadas con la economía circular en empresas baleares. Se trata de prácticas que, aunque afectan más específicamente a la industria, se extienden por todos los sectores económicos, un hecho que ejemplifica el avance transversal en el proceso de implantación de este nuevo paradigma productivo.
«Aunque a nivel balear e internacional este tipo de iniciativas tienen un encaje más obvio en la industria, el sector servicios también puede aplicarlos», señala para puntualizar que para consolidar ese avance hace falta también impulso en dos frentes específicos: el del apoyo público y el de la oferta formativa.
Con respecto al primero, Riera afirma que para que el nuevo paradigma cale, «se requiere un entorno propicio» que debe articularse a partir de una legislación y un impulso decidido por parte de las administraciones públicas. En lo tocante a la formación, considera que la oferta se encuentra aún «en una fase embrionaria» que precisa de una mayor «especificidad», puesto que a día de hoy se reduce a módulos concretos dentro de la oferta en sostenibilidad en general.
Según un estudio de la Fundación Ellen MacArthur, autoridad internacional para la transición hacia modelos productivos sostenibles, las energías renovables serían capaces de reducir en un 55 % las emisiones contaminantes, mientras que la economía circular de las diferentes industrias sería capaz de reducir el 45 % de las emisiones restantes.