Caras de cansancio pero también de satisfacción. Así regresó ayer noche la expedición ibicenca que recibió el pasado jueves en Marraquech la declaración oficial de la Unesco que ha convertido a Eivissa en Patrimonio de la Humanidad. El alcalde Xico Tarrés junto con el comisionado de la candidatura, Enrique Fajarnés, y el resto de la delegación, formada por la concejal de cultura, Lurdes Costa, y su antecesora en el cargo, Pepita Costa, llegaron al aeropuerto pasadas las nueve y media de la noche después de más de diecinueve horas de su salida.
Sólo los familiares más directos estaban esperando la llegada de la expedición. Su presencia, sin embargo, no pasó desapercibida para un grupo de ibicencos que circunstancialmente se hallaban en la terminal. Ello motivó quizá la escena más emotiva del viaje después de que espontáneamente estas personas tributaran una cerrada ovación a los integrantes de la expedición.
La sensación que transmitían los miembros de la delegación en estos últimos días, una vez que ya era inamovible la declaración de la Unesco, es que Eivissa entra ahora en una nueva etapa con un prestigio internacional acreditado que habrá que mantener. De hecho, la candidatura mixta que encabezaba Eivissa, cultural y natural, recogió su premio con la otra afortunada, la de Monte Wuyi, en China. Atrás quedaron otras tres candidaturas presentadas que fueron rechazadas.