Un buen número de nostálgicos de la Eivissa de los años hippies, así como aficionados a la fotografía y viejos amigos del autor, se dieron cita ayer en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» para asistir a la presentación «Ibiza, Island images», de Tony Keeler. Neus Escandell, responsable de Balàfia Postals (co-editora del libro, junto a Editorial Escudo de Oro) hizo la introducción del acto, que fue presentado por Linda Keeler, esposa del fotógrafo norteamericano, y el poeta y redactor de este periódico Julio Herranz.
Aunque la Eivissa que retrató Tony Keeler a principio de los años 70 parece mucho más lejana y perdida de lo que significan los 30 años pasados, el autor escribe en el libro: «No es necesaria la nostalgia, algunas cosas nunca cambiarán. Las carreteras serán mejores, pero por Sant Joan los viejos y los nuevos rebeldes tomarán duchas de verano igual que antes, con un cubo de agua de cisterna». Tan optimista visión fue rebatida amablemente por Herranz, quien no compartió tal visión idílica de la Eivissa actual. «Hay que poner muy buena voluntad y buscar ciertos refugios, a salvo de momento de la depredación turística, para creer que aquella isla de la inocencia sigue vigente», afirmó el escritor, quien leyó su poema «Eivissa», en el que hace una «crítica enamorada» a la isla.
«Ibiza, Island images», continuación del libro «Ibiza, a dream», ya que sus fotografías fueron tomada en la misma época, incluye también un texto de David Walsh, pintor y poeta amigo de Keeler, en el que se muestra crítico con el progreso sufrido por una isla en la que «los amantes nunca más gritaron desde la montaña al valle».