CARLES DOMÈNEC - BARCELONA
El escultor Lorenzo Quinn no quiere aún desvelar la ubicación de su
última gran obra que situará de forma perenne en la ciudad de
Palma. Se trata de una enorme esfera de cristal con el mundo
grabado en su superficie. «Mallorca es para los mallorquines el
centro del mundo», declaró Quinn y por esa razón, una gran mano
apunta desde dentro de la esfera al único punto dorado de la misma
que representa Mallorca. El diámetro de este gran globo terráqueo
mide cinco metros y su estructura de metal soporta una inmensa
superficie de cristal grabado con el perfil de los continentes.
Todo el montaje se colocará sobre un montículo cubierto de césped
que dará a la obra el aspecto de estar en suspensión. La escultura
se iluminará por la noche desde su interior. El trabajo realizado
ha contado con la colaboración del departamento cartográfico de
Cataluña y es un encargo de la Fundació Turística i Cultural de les
Illes Balears (Fundatur), que la donará a Palma. La escultura se
está terminando de montar en la Fundición Artística Vilá de la
localidad tarraconense de Valls.
El artista espera iniciar así su proyecto, formado por cuatro grandes esculturas con motivos de las Baleares. «Encuentros» es el nombre de la obra destinada a Mallorca, pero ya tiene pensada su obra para Eivissa, que se titulará «Libertad» y que posiblemente se situará en la entrada al puerto. «Cada isla tiene su carácter y, por eso, cada escultura será diferente al resto», explicó el hijo del mítico actor que piensa también dejar constancia de su arte en Menorca y Formentera. El proyecto final durará cuatro años, uno por isla y escultura. La relación de Quinn con Mallorca empieza durante un rodaje en el que interpretaba el papel del hijo de Onassis. En aquella época «aún trabajaba como actor para ganar dinero y poder dedicarme después a la escultura, mi verdadera pasión». Luego conoció al galerista Joan Oliver «Maneu», que le permitió presentar una exposición con sus obras y crearse clientes importantes en la isla. Lorenzo Quinn veranea desde hace años en Eivissa, ha realizado diversas exposiciones en Mallorca y tiene previsto presentar una gran exposición en Palma a finales del presente año.
El realismo simbólico es el término que Quinn utiliza para calificar su obra y «pretende principalmente comunicarse con la gente y transmitir mensajes porque arte es comunicar». Sus esculturas huyen de formalismos abstractos los cuales «impedirían llegar de manera inmediata a las personas que quiero que se relacionen con mis esculturas». La principal motivación de estas obras es «unir a las gentes y explicar sus experiencias comunes». El autor, afincado en Castelldefels (Barcelona) y nacido en Roma, estudió en Nueva York donde «habría sido más interesante vivir para mi carrera artística pero eso no habría permitido enriquecerme como persona y como padre». De su época de actor destaca su enfado con Hollywood porque «allí sólo cuentan el dinero, los actores estrellas y los directores conocidos en lugar de los buenos guiones». Quinn se autodefine como alguien de mucho carácter que prefiere ser el único responsable de sus obras y que huye de la pérdida total del control en el resultado final de las películas. Quinn vivió del cine hasta que pudo dedicarse plenamente a la escultura y prescindir de los encargos cinematográficos que «habría sido para mí lo más fácil». Para el autor de «Encuentros», el cine «lo idealiza todo, crea sueños inalcanzables y manipulados por terceros».