Antonio Villanueva (Toledo, 1940) estudio Ingeniería en Madrid antes de marchar a París en 1961 para hacerse pintor. Allí alternó la pintura con los más diversos oficios (periodista, actor, ilustrador...). Descubrió Eivissa en los 60 y durante años vivió a caballo entre la isla, Madrid y St. Paul de Vence (Francia).
Preguntado sobre si está al tanto de lo que pasa artísticamente en la isla, reconoció que por encima, «pero me gustaría participar un poco más; lo que pasa es que estoy muy aislado en Morna y viajo mucho al extranjero. Aquí soy más un ciudadano que un pintor, aunque mucha gente me conoce y viene al estudio a buscar mis pinturas». Una actitud en cuya militancia no está solo: «ay muchos artistas que viven aquí a los que la isla no hace demasiado caso . Es el caso de Barry Flanagan, por ejemplo; como lo fue el de Mompou, otro enamorado de la isla y del que era muy amigo». «Creo que la mejor gente no ha expuesto mucho en la isla; se le hace más caso a Pocholo», ironizó.
En cuanto a la aceptación de su obra, Villanueva sentenció: «Hay gente a los que les encanta lo que hago y otros a los que no les gusta nada».
JULIO HERRANZ
Antonio Villanueva conoció Eivissa por primera vez en 1966 y desde
entonces no ha perdido contacto con la isla. En la actualidad
reside en el valle de Morna, pero sigue realizando numerosos viajes
al extranjero. Hace tiempo que no presenta ninguna exposición aquí,
aunque tiene entre manos «dos proyectos interesantes para la isla»,
informó ayer a Ultima Hora Ibiza y Formentera. «El segundo aún no
está maduro, por lo que prefiero no hablar de él por el momento»,
precisó.
En cuanto al primero, se trata de un libro y una exposición «sobre Eivissa en el absoluto. No quiero hacer las típicas y tópicas pinturas sobre la isla. Si trato el tema del mar, será el mar en general, y lo mismo para temas característicos, como el podenco, el baile payés, ses feixes...» «En cuanto al procedimiento será al revés de lo que se hace habitualmente. Habrá una serie de escritores que, en lugar de ser yo quien ilustre sus palabras, serán ellos los que escriban sobre las pinturas. Habrá textos de amigos como Raúl del Pozo, Manolo Vicent, Paco Umbral... y de gente de aquí. Aún está por decidir quién se encargará de cada tema a tratar», explicó.
De este proyecto no está fijada todavía la fecha; en cambio sí la tiene una interesante exposición que presentará el próximo diciembre en Viena en colaboración con el fotógrafo Pedro Kramreiter. La idea gira en torno a la Rathausplatz, la plaza del Ayuntamiento y el centro neurálgico de siempre en la vida social de la ciudad, que en los últimos tiempos ha incrementado extraordinariamente su actividad. «Ahora es un centro lúdico impresionante de conjunción de razas y de países; con restaurantes de todo tipo, escenario, pantalla de proyección... y al lado los parques donde pasean los enamorados». «El proyecto, patrocinado por el Ayuntamiento de Viena, consiste en mostrar a través de la pintura y la fotografía lo que pasa en esta plaza durante las 24 horas del día y los 365 días del año. Un trabajo con el que estamos muy ilusionados», apuntó.
Sobre su escasa presencia pública actual en Eivissa, Antonio Villanueva no le da mayor importancia. «Mis obras se ven en muchos sitios en la isla, y hay mucha gente que sigue comprándola; pero ni me acuerdo de cuándo hice aquí la última exposición individual. Trabajo más hacia fuera». En cuanto a su relación con la isla en general, se mostró más bien crítico: «Tengo la suerte de vivir en el valle de Morna, donde aún no ha llegado la marbellización. Este verano he bajado dos veces a cenar a Eivissa y me he vuelto a casa, porque no podía dejar el coche en ningún sitio y porque era insoportable. La gente te para por la calle ofreciéndote el dinero que sea para que le lleves a tal sitio; no hay taxis, o autobuses, no sé; pero lo que sucede en verano en esta isla es un desastre absoluto».
Pese a todo, también reconoció que «lo que pasa es que esta isla es un sitio maravilloso para vivir, en el que me encuentro muy a gusto»; eso sí, dentro de su particular modo de vivir, en el que la disciplina en el trabajo no es su fuerte. «Para nada; soy un desastre como pintor y como persona; totalmente anárquico a la hora de ponerme a trabajar; puedo pasar épocas en las que no hago nada y otras en las que no paro. Cuando me pongo soy muy bruto, y cuando me paro también. Pero considero que este estilo es uno de los grandes logros que he conseguido, pues soy libre para disponer de mi tiempo; todo un lujo», precisó.