JULIO HERRANZ
A partir del próximo 8 de abril (domingo de Pascua) los conciertos en las iglesias pitiusas tendrán una serie de limitaciones, según el decreto emitido hace unos días por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura. La medida, que parece prohibir la interpretación de música no religiosa o sacra, ha creado una cierta polémica entre músicos y melómanos. «El obispo lo único que ha hecho es reaplicar (porque ya en su día el obispo Salinas hizo un decreto en la misma dirección) una normativa de 1987 que viene de la Santa Sede para toda la Iglesia católica en la que todo esto se estipula con mucha claridad, aunque luego cada obispo tiene que particularizar en su diócesis», explicó a este periódico el delegado del patrimonio eclesiástico y responsable litúrgico, Francesc Torres Peters.
En dicho sentido, Vicente Juan Segura pretende ser flexible. «Lo que dice el obispo (y en esto es magnánimo, porque no lo apunta el documento de Roma), es que los conciertos tienen que ser prevalentemente de música sagrada o religiosa, lo que no quita que en algún concierto se pueda interpretar también algunas piezas de otros géneros», matizó Torres, añadiendo que «no hay tal prohibición taxativa, sino unas normas que hay que cumplir: que se haga la solicitud por escrito, que se presente el programa... en fin, que haya una serie de garantías».
Sobre la polémica suscitadas en los ámbitos musicales, Torres Peters puntualizó que hay un cierto equilibrio de opiniones: «Hay músicos que a lo mejor no están de acuerdo con la medida, pero también he hablado con otros que están perfectamente de acuerdo». Polémica a la que hay que añadir la prohibición en alguna iglesia de la interpretación de la Marcha Nupcia en las bodas. «Esto lo que indica es el gran desconocimiento que hay sobre la música clásica y la música en general; algo muy propio de España». Diferenciando: «La música propiamente sacra es la que se compone para ser utilizada en la liturgia (misa, oficios divinos...); y luego está la música de inspiración religiosa».