JULIO HERRANZ
La iglesia del Pilar (la Mola, Formentera) acogerá este domingo 24 -tras la misa del mediodía, que será oficiada por el obispo de la diócesis pitiusa, Vicente Juan Segura-, la presentación de Història d'un il·lustre formenterer. Antoni Mayans Marí (1843-1921), de Joana Maria Ferrer Ferrer, que correrá a cargo de Rosa Vallés, autora del prólogo de esta monografía sobre este capellán castrense, conocido como mossènyer Talaiassa, laureado en repetidas ocasiones por una más que meritoria hoja de servicio. Un trabajo que -en varias tomas y época- ha costado diez años de trabajo a su autora, que también lo es de las fotografías que ilustran el volumen sobre una figura poco conocida del gran público.
Para hacer más accesible la comprensión del personaje, coetáneo del bisbe de Sió, Joana Ferrer (pariente lejana de Mayans Marí) lo presenta «a la manera de pasaje con figura», dando noticias de la compleja y a ratos terrible historia de la España de la época y ofreciendo una síntesis de las referencias histórico-geográficas de su isla natal. Con varias fuentes de investigación: oral, documental, historiográficas y literaria. «Sin duda, el documento clave es la extensa hoja de servicio proporcionada por el Archivo General Militar de Segovia. Por si sólo constituye el brillante testimonio de una vida larga y bien aprovechada, impregnada de un fuerte espíritu religioso y castrense, de valor y de generosa entrega a los otros», según apunta en el prólogo Rosa Vallés.
La catedrática de Historia traza este perfil de monssènyer Talaiassa: «Físicamente, era un hombre fuerte, alto y de cuerpo robusto, con cabellos y ojos negros, de mirada inteligente, voz potente, apariencia digna y presencia imponente (...). Una figura magnética que desprendía autoridad e inspiraba respeto, consideración bien ganada por las repetidas acciones valerosas y solidarias, con riesgo de la propia vida, que le valieron numerosas menciones honoríficas y alguna recompensa pecuniaria».
En la biografía de Antoni Mayans Marí figura su participación en las guerras contra los Carlistas. «Su misión era espiritual, pero, como militar, en tiempo de guerra ha de atender también en el campo de batalla a los hombres que le eran confiados». Tuvo varios destinos en el norte de España; vivió bien de cerca la gran epidemia de cólera de 1885, aportando su ayuda en el Hospital Militar de Alcalá de Henares, donde estaba entonces destinado. Sufrió en Barcelona las secuelas de la crisis del 98 y, tras un paréntesis en Mallorca, volvió a la Ciudad Condal ya jubilado, «aunque no retirado de su ministerio, que continúa ejerciendo en la parroquia de Santa Maria del Pi». En los últimos años de su vida es testigo de episodios tan dramáticos como la Semana Trágica, la Primera Guerra Mundial y de grandes tensiones políticas y sociales. Falleció a los 77 años y está enterrado en el cementerio de Montjuïc.
Para acercar mejor el personaje al lector, Joana Ferrer recurre a lo largo del libro a fragmentos de otros autores, recuadrados e intercalados en la narración; siendo especialmente emotivos los fragmentos seleccionados del poeta ibicenco Marià Villangómez.