JULIO HERRANZ
El Espacio Micus (carretera Jesús-Cala Llonga, Km. 3; seguir indicaciones) acogerá desde las 11 a las 14 horas de mañana domingo la inauguración de una exposición de esculturas y pinturas de Marcel Floris, reconocido artista francés fallecido en septiembre de 2007 a los 93 años de edad en su residencia de Eivissa. La muestra estará abierta hasta abril; sólo los domingos (de 11 a 14h), o por cita telefónica (971 19 19 23). «En parte es como un homenaje a un gran artista. Era buen amigo de mi padre, todos le queríamos mucho y siempre me gustó todo lo que hacía», apuntó a este periódico Katja Micus, responsable del Espacio Micus y organizadora de la iniciativa.
Para la ocasión, se han seleccionado una treintena de obras, entre escultura, pintura y obra gráfica. «Todas son de los fondos de la familia. El que se encarga ahora de la obra es su hijo Rolland, que también es artista. La mujer de Marcel Floris, Mari, ya es bastante mayor para eso. Sigue viviendo en la casa de siempre, en Can Correus, entre Santa Eulària y Sant Carles», precisó Katja Micus, añadiendo que Floris «llegó a la isla en el 72, como mi padre (Eduard Micus), y formaba parte, junto con Bechtold y otros artistas de vanguardia residentes en Eivissa, del grupo que exponía en la galería de Ivan Spence y luego en la de Carl van der Voort. La diferencia con Floris es que durante mucho tiempo él pasaba la mitad del año en Venezuela y la otra en la isla».
De formación autodidacta, Marcel Floris destacó primero como pintor, ganando en 1968 el Premio Nacional de Pintura de Venezuela, aunque fue la escultura su dedicación fundamental. Su obra está presente en importantes museos de Canadá, México, Colombia, Venezuela, Francia, Italia, Alemania y los Estados Unidos. En 1969 recibió el Premio Nacional de Escultura de Venezuela y en 1971 la Medalla de Oro de la Biennale de Sao Paulo (Brasil). Durante sus años ibicencos, Floris expuso su obra en varios países europeos y en América, donde más se le reconoció su destacada creación.
Sobre Marcel Floris, la directora del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE), Elena Ruiz, apuntó a este periódico que le parece «un caso muy claro de coherencia entre su vida y su obra. Era un hombre abierto, nunca crítico, siempre amistoso y dispuesto a escuchar y a tomar partido por lo que él creía, y no por ideas ajenas. En eso se mantuvo fiel a unos principios estéticos que tienen mucho que ver con el arte cinético y con el minimalismo. Principios que mantuvo siempre, a pesar de las modas».