El próximo lunes 26, el escritor catalán Àlex Susanna presentará en Eivissa el libro La vida plàcida (Viena. Vides singulars), de Josep Marí, ilustrado por el propio escritor y pintor ibicenco. Un dietario que abarca un año completo a partir del otoño de 1993.
-¿Por qué eligió el año 93 pará escribir este dietario?
-Se dieron una serie de circunstancias personales que favorecieron la elección; porque ya estaba jubilado y quería ocupar el tiempo de alguna manera. Así, entre pintar, escribir y viajar, lo fui haciendo, día a día.
-¿Está satisfecho del resultado, continente y contenido?
-Creo que como objeto está bien, es un libro atractivo. En cuanto al contenido, está muy trabajado. Hay una fase inicial de escritura en bruto, digamos, y una segunda fase de trabajo laborioso. Cuando me pasaron los manuscritos al ordenador, comencé a pulir el texto, expresiones, palabras, giros, matices... A veces había cosas que no tocaba, pero la mayoría sí.
-¿Tuvo algún criterio previo de selección temática?
-Va sobre la vida diaria, pero también con una voluntad de variación. A veces me centro en algún pensamiento o en un recuerdo, en lugar la vivencia concreta del día que tocaba; lo que le da más variedad al conjunto.
-¿Así cómo hacen los viajeros ilustrados?
-No me considero un viajero ilustrado; creo que soy un viajero observador. Aunque eso sí, con sensibilidad por el arte.
-Y por la comida.
-Pues sí; pero también hay muchas partidas de cartas, charlas con los amigos...; y del buen comer, ni te cuento. Además, me gusta meterme en la cocina y guiso normalmente para mí. Es algo que me divierte mucho.
-¿Ha tenido como modelo de su dietario El quadern gris de Pla?
-Soy un gran admirador de la prosa de Josep Pla, con esa aparente naturalidad suya tan difícil de lograr. Yo tengo la visión muy limitada para leer, pero ese dietario lo leí a lo largo de dos años, sobre todo en viajes; y lo disfrute mucho, es un gran trabajo.
-En su caso, ¿qué fue primero, la pintura o la escritura?
-La pintura siempre es primero, porque de niño ya pintas lo que sea; y yo me pasaba los veranos haciéndolo tirado por los suelos. Luego, al ir a la escuela, en Sa Graduada, el maestro Josep Rosselló nos hacía escribir bastantes redacciones, y algunos las leíamos en clase. Fue entonces cuando empecé a cogerle gusto a la escritura. Un día mi padre me dejó un libro de poemas de Macabich, Dialectals, en el que comprobé que se podía escribir en nuestra lengua, porque estudié sólo en castellano. Y a los 10 años escribí mi primer poema, que he perdido. Iba sobre la Navidad y lo hice en el cartón de una caja de ensaimadas o de flaó.
-¿Compagina la escritura con la pintura o las alterna?
-Va por etapas, pero hago una cosa u otra. Son dos actividades que considero separadas. Y como la última etapa del libro me ha dado bastante trabajo, ahora he vuelto a la pintura.
-¿Con algún cambio de estilo perceptible por sus seguidores?
-Creo que hay algún giro, sí, que igual puede sorprender a los que conocen mi pintura. Trabajo en formatos grandes y en torno a una idea de dos o tres temas, con distintas versiones de cada uno. No sé cómo resultará, pero de momento estoy contento de lo que me va saliendo; aunque no tengo aún ningún compromiso para una exposición.